Por Juan Pablo Ojeda
Este domingo, la crisis eléctrica en Venezuela ha alcanzado nuevos niveles de alarma. Barrios de Caracas, como Cumbres de Curumo, Santa Mónica, La Boyera y Bello Monte, se han visto afectados por apagones severos que han dejado a miles de residentes sin electricidad, según reportes en redes sociales. Este apagón se suma a una serie de cortes de luz que han golpeado al país durante el fin de semana, sumiendo a los venezolanos en un caos que va más allá de la simple falta de luz.
El régimen de Nicolás Maduro ha atribuido el masivo apagón a un “sabotaje” que, según afirman, dejó a la capital y a los 23 estados del país sin suministro eléctrico. Sin embargo, la falta de información oficial clara ha exacerbado la incertidumbre sobre la verdadera causa detrás de esta crisis. Las organizaciones de monitoreo, como Ve Sin Filtro, han reportado una caída dramática en la conexión a Internet, con un promedio nacional que ha bajado al 20 por ciento. Este colapso también ha afectado a la comunicación telefónica, el transporte subterráneo y miles de semáforos, sumando más caos a una situación ya desesperada.
El ingeniero eléctrico José Aguilar ha advertido que estos apagones no son meros incidentes aislados, sino síntomas de problemas estructurales más profundos dentro del sistema eléctrico venezolano. Aguilar, en una entrevista con el medio Efecto Cocuyo, señaló que la falla del viernes ocurrió durante un período de baja demanda, lo que debería haber facilitado el manejo del sistema. Sin embargo, la vulnerabilidad del sistema se hizo evidente, mostrando deficiencias que se agravan con cada minuto que pasa sin solución.
La falta de transparencia del régimen chavista es una constante en la gestión del sistema eléctrico. Según Aguilar, el gobierno no ha proporcionado datos públicos sobre el estado del sistema en más de 5,000 días. Esta opacidad impide una evaluación precisa de la situación y alimenta la desconfianza en las explicaciones oficiales sobre el supuesto sabotaje.
Maduro ha sostenido que los apagones son el resultado de actos de sabotaje, pero Aguilar cuestiona esta narrativa. “La tesis del sabotaje se vuelve difícil de sostener ante la falta de pruebas concretas y la realidad de un sistema que, incluso si fuera saboteado, debería poder recuperarse con mayor eficacia si estuviera en buen estado”, argumentó el ingeniero.
La situación actual refleja una crisis de largo plazo en el sistema eléctrico venezolano, donde las deficiencias estructurales y la falta de transparencia contribuyen a una crisis que afecta gravemente a la vida cotidiana de los ciudadanos. Mientras tanto, la promesa de una solución efectiva y la restauración del servicio eléctrico parecen cada vez más lejanas.