Los barrios de San Pablo, San Lucas y San Miguel, en la emblemática Iztapalapa, se encuentran en una encrucijada social. Sus habitantes han levantado la voz para exigir la reubicación inmediata de los migrantes que, ante la saturación del albergue Arcángel Rafael, han tomado las calles aledañas como su refugio temporal.
La situación ha generado un clima de tensión en la comunidad, donde los vecinos destacan que las condiciones en las que se encuentran los migrantes no solo son indignas, sino que también afectan su calidad de vida. «No es justo ni para ellos ni para nosotros. No tienen servicios sanitarios, acceso a agua potable ni un lugar adecuado para asearse. Esto se ha convertido en un problema de salud pública», comentó una residente de la zona.
Además de la falta de servicios básicos para los migrantes, los vecinos han señalado el deterioro de su entorno. La presencia constante de personas en las calles ha llevado a un aumento en la necesidad de limpieza de banquetas, poda de árboles y un reforzamiento de la seguridad pública. Ante esto, los habitantes han pedido la instalación de cámaras de vigilancia y un mejor alumbrado en las calles.
En un esfuerzo por hacerse escuchar, los vecinos han realizado bloqueos en la calzada Ermita Iztapalapa, exigiendo que los migrantes sean trasladados a un albergue donde puedan recibir atención adecuada. Asimismo, han recolectado firmas y enviado escritos a las autoridades correspondientes, buscando soluciones concretas a la problemática.
Por otro lado, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) anunció que dejará de atender al público en la colonia Juárez, trasladando sus operaciones a la colonia Anzures, en Miguel Hidalgo. Esta reubicación ha sido vista por los vecinos de Iztapalapa como una oportunidad para revitalizar la economía local, ante la expectativa de que el flujo de personas en la zona podría traer consigo un impulso comercial.
La situación en Iztapalapa pone de manifiesto la necesidad urgente de una solución que equilibre la dignidad de los migrantes y la calidad de vida de los residentes locales. Mientras tanto, la comunidad sigue alzando la voz, esperando que las autoridades respondan con acciones concretas y efectivas