Vargas Llosa: orgullo peruano y legado literario universal

Por Juan Pablo Ojeda

 

La muerte de Mario Vargas Llosa, este domingo en Lima a los 89 años, no solo marca el adiós de uno de los gigantes de la literatura en español, sino que ha despertado una poderosa ola de orgullo nacional entre los peruanos. El autor de La ciudad y los perros y Conversación en La Catedral no solo fue Premio Nobel de Literatura, sino también un referente que supo poner a Perú en el mapa cultural del mundo sin nunca perder de vista su tierra.

Desde líderes mundiales como Emmanuel Macron —quien lo llamó “un genio”— hasta los homenajes del Gobierno español, que le otorgó la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, el tributo ha sido global. Pero es en Perú, su país natal, donde su partida ha tenido un eco más íntimo, más personal.

En el corazón de Lima, la Casa de la Literatura Peruana, que desde 2010 alberga la biblioteca que lleva su nombre, se ha convertido en un santuario para sus lectores. Bajo su cúpula de vidrieras descansan más de 200 títulos relacionados con el escritor: desde sus novelas y ensayos hasta biografías, estudios literarios y versiones para niños. Esta biblioteca, ubicada en lo que alguna vez fue una estación de tren, es ahora un punto de peregrinación para jóvenes estudiantes, turistas y lectores de todas las edades que redescubren la profundidad y vigencia de su obra.

“Vargas Llosa siempre tuvo la mirada en el Perú, incluso estando lejos”, comentó Gary Marroquín, director de la Casa de la Literatura. Y es cierto: su pluma retrató como pocas la política, la violencia, las contradicciones y la vida cotidiana de los peruanos. Desde los cadetes de un colegio militar hasta las historias de amor en los barrios limeños, la narrativa de Vargas Llosa está atravesada por una profunda conexión con su país.

Esa conexión se ha reactivado con su muerte. Librerías como El Virrey ya han reportado un aumento significativo en las ventas de sus libros. La gente quiere volver a leerlo, conocerlo, o incluso acercarse por primera vez a su obra. “Estoy orgulloso de un peruano que logró tanto”, dijo Paul Cerdeña, un limeño radicado en Canadá que participó en un homenaje espontáneo en un parque de Lima.

Además de su legado literario, Vargas Llosa deja una huella como pensador público, polemista, político, actor cultural y ciudadano del mundo, que nunca dejó de hablar con franqueza, aunque eso le costara críticas. Su “honestidad intelectual”, como la calificó Marroquín, fue tan sólida como su pluma.

En los próximos días, la Casa de la Literatura habilitará una sala permanente en honor al Nobel, consolidando su figura como una de las más grandes no solo de Perú, sino de la literatura contemporánea.

En medio del duelo, queda el consuelo de saber que Vargas Llosa no murió del todo: sigue vivo en cada página, cada lector y cada historia que escribió con esa mezcla de lucidez, valentía y amor por su país.

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