Por Bruno Cortés
La salud mental en México sigue siendo una asignatura pendiente en la agenda pública, y lo que muchos no saben es que este tema afecta a millones de personas cada día. La falta de recursos, la escasa formación de personal especializado y el estigma social que sigue rodeando los trastornos mentales son solo algunos de los grandes retos que enfrentan quienes padecen estos problemas. Sin embargo, un grupo de legisladores, expertos y representantes de instituciones públicas y privadas, se han unido para hacer frente a esta problemática y exigir políticas públicas integrales que puedan cambiar la situación.
Recientemente, en un «Conversatorio virtual sobre Salud Mental», organizado por la diputada Liliana Ortiz Pérez del PAN, se discutieron los pasos necesarios para mejorar el sistema de atención y los tratamientos en este ámbito. Según Ortiz Pérez, es urgente implementar un enfoque integral que no solo se limite a aumentar el presupuesto destinado a salud mental, sino que también fortalezca el acceso a tratamientos innovadores y promueva la inclusión social de las personas con trastornos mentales, como la esquizofrenia, uno de los más comunes y complejos.
Durante su intervención, la diputada presentó datos alarmantes que subrayan la magnitud del problema. Recordó que aproximadamente una de cada 100 personas en México vive con esquizofrenia, lo que representa un desafío no solo para las familias, sino también para el sistema de salud y la economía nacional. Y es que, a pesar de que el problema es grave, la asignación de recursos para la salud mental es mínima. Actualmente, solo el 1.3% del presupuesto destinado al sector salud se destina a este rubro, lo que es insuficiente para hacer frente a la creciente demanda de atención.
Osiris Pazarán Galicia, directora del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez, destacó que de ese presupuesto, el 80% se destina a hospitales psiquiátricos, lo que deja muy pocos recursos para la atención primaria y comunitaria. En otras palabras, la mayor parte del dinero se va a tratamientos hospitalarios, cuando lo que más se necesita es fortalecer los servicios de salud mental en las comunidades, para poder ofrecer una atención temprana y evitar que los trastornos se conviertan en casos graves.
Este punto fue también resaltado por la doctora María Elena Medina Mora, exdirectora del Instituto Nacional de Psiquiatría, quien enfatizó que la falta de datos actualizados sobre la situación de la salud mental en el país hace muy difícil diseñar políticas públicas eficaces. Aseguró que tener acceso a información precisa es crucial para tomar decisiones informadas y generar soluciones verdaderamente efectivas.
Además, los expertos coincidieron en que no solo es importante mejorar la atención médica, sino también promover la inclusión social. Diana López, jefa de trabajo social en el Centro de Atención Integral en Salud Mental de Jalisco, mencionó que la integración laboral de personas con esquizofrenia es clave para su rehabilitación. “Cuando las personas logran integrarse a un empleo formal, dejan de ser vistas solo como pacientes y se perciben como miembros activos de la sociedad”, explicó.
Otro punto relevante que se tocó durante el conversatorio fue la necesidad de rehabilitación psicosocial. La médica Verónica Lastra señaló que el proceso de rehabilitación debe incluir no solo a los pacientes, sino también a sus familias. “La psicoeducación y el apoyo a las redes sociales son clave para mejorar la calidad de vida de quienes enfrentan trastornos mentales graves”, comentó.
Gina Ochoa, del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre del ISSSTE, habló de los avances en medicamentos y terapias, señalando que los tratamientos para la esquizofrenia han mejorado notablemente gracias a innovaciones farmacológicas. Sin embargo, advirtió que el costo de estos medicamentos y los procesos administrativos complican el acceso a estos tratamientos para muchas personas.
Por su parte, el médico Eric García López insistió en la importancia de destinar más recursos a la investigación para evaluar la efectividad de los tratamientos y diseñar mejores estrategias. “Lo que no se mide, no se puede mejorar”, dijo, destacando que la ciencia debe ser una herramienta clave para avanzar en la atención de la salud mental.
El consenso entre los expertos es claro: la salud mental debe abordarse de manera integral, con un enfoque que no solo se limite al aspecto médico, sino que también incluya la inclusión social, el apoyo familiar y la inversión en investigación. La diputada Liliana Ortiz Pérez concluyó el conversatorio asegurando que, aunque los retos son enormes, también existen grandes oportunidades para transformar el sistema de atención en salud mental en México. Lo único que falta es voluntad política y una verdadera estrategia para abordar este tema con la seriedad que merece.