CDMX a 24 de noviembre, 2022.- Un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México descubrió una gran colección de objetos rituales dentro de una caja parcialmente excavada, de más de cinco siglos de antigüedad, que aporta nuevos datos sobre los prácticas religiosas y la propaganda política de la cultura mexica.
La ofrenda se halló dentro de un cajón al centro de un podio ceremonial del Templo Mayor, el edificio principal de la antigua ciudad México-Tenochtitlán, ubicado en la actual capital del país. Entre los artefactos descubiertos se encuentran más de 165 estrellas de mar y más de 180 ramas de coral completas. Las reliquias marinas fueron traídas a la ciudad desde el océano Pacífico y la costa del Golfo de México.
La abundancia de esta ofrenda, identificada con el número 178, no solo la coloca como la de mayor cantidad de estrellas de mar de todas las descubiertas por el INAH, sino que también representa un caso único de conservación de piezas de la especie ‘Nidorellia armata’, una estrella cuyos rasgos moteados recuerdan a la piel de un jaguar, informó la institución arqueológica en un comunicado publicado en marzo.
El hallazgo se produjo originalmente en 2019, sin embargo, por la pandemia las excavaciones tuvieron que ser suspendidas.
Antes de que la exploración se pospusiera, en la misma caja se habían encontrado otras ofrendas como los restos de un jaguar sacrificado vestido como un guerrero asociado a Huitzilopochtli, el dios de la guerra y del sol, así como peces globos y caracoles.
La propaganda política
Nueva información brindada a Reuters por el arqueólogo al frente del equipo de investigación, Leonardo López Luján, revela que probablemente las ofrendas encontradas fueron utilizadas por sacerdotes mexicas en una ceremonia a la que quizá asistieron miles de espectadores.
Según detalló el especialista a la agencia, el evento se trataría de «pura propaganda política» del imperio de Ahuítzotl (1486-1502).
La caja fue encontrada en la sexta etapa de construcción del Templo Mayor, lo que la sitúa en el año 1500 aproximadamente, que marca el período de transición entre los reinados de Ahuítzotl y Moctezuma Xocoyotzin.
Ofrenda a Tecaztlipoca
La cosmovisión mexica asocia a las estrellas de mar y a los jaguares con el cielo nocturno y la noche, en tanto que la imagen sola del felino suele estar asociada al dios Tezcatlipoca, deidad de la noche y todas las cosas materiales, explicó al INAH el arqueólogo experto, Miguel Ángel Báez Pérez.
«Buena parte de los pueblos mesoamericanos creían que el origen del mundo se ligaba al mar, por lo tanto, los organismos marinos eran tratados como reliquias. En el caso de los mexicas, su potencia militar les permitió traer miles de objetos marinos y recrear todo un ambiente acuático en la propia Tenochtitlan», indicó el especialista.
Cabe recordar que durante el imperio de Ahuítzotl, los mexicas establecieron rutas comerciales y expandieron su control militar sobre varias regiones de Mesoamérica, lo que explica la presencia de restos marinos y felinos selváticos en Tenochtitlán, provenientes del Golfo de México y el océano Pacífico, así como de Chiapas o Guatemala.
Nuevas revelaciones
La caja descubierta está rodeada por otras dos adyacentes que serán exploradas en las próximas semanas. Los expertos creen que en ellas encontrarán más esqueletos de animales feroces vestidos de guerreros, que probablemente estén adornados con piedras preciosas como jade y turquesa, además de oro.
Los especialistas advierten que el descubrimiento 178 requiere de mayor exploración, debido a que bajo el cadáver del jaguar, en el centro de la ofrenda, se asoma una protuberancia que indica que hay algo sólido debajo. El director del equipo de exploración, Leonardo López Luján, considera que la caja podría contener una urna con los restos incinerados del emperador Ahuítzotl, pero dijo que se necesitará al menos un año más para descubrir el misterio.
De ser así, sería la primera tumba real encontrada en el recinto, desde que comenzaran las exploraciones del Templo Mayor en febrero de 1978.
Recientemente en el recinto también se encontró una águila sacrificada en las garras de un jaguar, dardos de madera en miniatura, un escudo de palma, y una pareja de gavilanes ataviados con cascabeles de oro. Asimismo, se descubrió una fosa con cráneos de una docena de niños sacrificados de aproximadamente uno a seis años de edad.