Los problemas más urgentes en materia ambiental en las Américas
Las Américas son ricas. Basta una mirada rápida a los rankings de biodiversidad y reservas de agua dulce para comprobarlo. Y, sin embargo, cada vez más se enfrentan a la lista de fenómenos meteorológicos extremos exacerbados por el cambio climático que a esta altura hemos memorizado —huracanes, sequías, olas de calor, escasez— y a la destrucción del Amazonas, que no es solo su pulmón, sino el pulmón del planeta.
La Cumbre de las Américas se reúne este 2022 bajo el lema «Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo». Los datos indican, no obstante, que no es lo que estamos logrando precisamente.
Una palabra ineludible: Amazonas
Hablar de los problemas más urgentes en materia medioambiental de América implica hablar, antes que nada, de la deforestación del Amazonas.
Desde que el presidente Jair Bolsonaro asumió el poder en 2019, la destrucción del Amazonas aumentó. Bolsonaro debilitó las protecciones ambientales, bajo el argumento de que obstaculizaban el desarrollo económico. Ahora el presidente firmó un decreto para aumentar los castigos frente a delitos ambientales como la tala ilegal y la forestación, en lo que podría entenderse como un paso para cumplir con la promesa de mejorar la protección del medio ambiente que hizo en la COP26.
Sin embargo, las cifras han por sí solas: la deforestación alcanzó en 2021 un récord de 15 años, según los datos del Instituto de Investigaciones Espaciales del país. Y 2022 no avanza con una mejor perspectiva: las imágenes satelitales del centro revelan que en los primeros cuatro meses hubo otra máxima.
Un informe de la ONU de 2021 cifraba en 10% el peso de la deforestación en las emisiones de gases de efecto invernadero.
Y en Brasil, además, se acercan las elecciones y algunos científicos prevén que la deforestación aumente en este período, tal como ha sucedido antes de las tres últimas elecciones.
Con base en datos satelitales de las últimas dos décadas, un grupo de científicos estableció recientemente que cerca de tres cuartas partes del Amazonas tienen signos de «pérdida de resiliencia», lo que implica una capacidad menor de recuperarse frente la tala, los incendios y las sequías, entre otros fenómenos. De hecho, dicen, está en un «punto de inflexión» y podría dejar de ser una selva tropical para convertirse en una sabana.
La destrucción causada por los huracanes, a su vez, y la falta de resiliencia de la agricultura frente al cambio climático, han sido han sido factores que junto a la pandemia impulsaron la migración hacia Estados Unidos, agravando la crisis de la frontera.
«Estas nuevas olas de migración no tienen tanto que ver con una intención de mejorar la calidad de vida o mejorar la posición económica, sino porque la gente no tiene que comer», dice a CNN en Español Natalia Lever, directora para América Latina de The Climate Reality Project, la organización sin fines de lucro fundada Al Gore, exvicepresidente de Estados Unidos y ganador del Premio Nobel de la Paz. Y esta crisis es «inevitable a menos que empecemos a invertir en estas nuevas tecnologías para la agricultura sostenible y resiliente al clima y también en mayores oportunidades laborales en esta nueva economía verde», dice Lever.
La «causa raíz»
Dicho lo anterior, hay que tener en cuenta que América, hasta ahora, ha sufrido menos por el cambio climático en comparación con otras regiones del mundo como África y áreas del sudeste asiático, a lo que se suma su enorme abundancia de recursos naturales.
La «causa raíz» de las dificultades que enfrenta América Latina, según Caballero, es que no ha entendido que el crecimiento económico y la equidad «tienen que ver con un manejo racional, sostenible y equitativo de nuestros recursos naturales».
«En América Latina nunca hemos entendido realmente nuestro desarrollo, nuestro desempeño, nuestro futuro económico ligado a los recursos naturales porque tenemos una visión netamente extractivista y extractiva de los recursos», afirma.
No hay mejor ejemplo que nuestro propio lenguaje. En Colombia, explica Caballero, existe el concepto de «terrenos baldíos» y «si tú le preguntas a un colombiano que es un territorio baldío, te va a decir que es un territorio no productivo que hay que intervenir para hacer que sea productivo. Y resulta que los territorios baldíos, igual que las tierras no designadas en Brasil, son nada menos que los ecosistemas más productivos desde la perspectiva ambiental y, por lo tanto, socioeconómica».
El costo para los agricultores
América Latina es responsable de cerca del 25% de la producción agrícola y pesquera del mundo, recuerda Paula. La falta de resiliencia en la actividad agrícola es otro gran desafío.
De hecho, cerca de la mitad de la producción de alimentos está en manos de los pequeños productores que son quienes «están viendo sus capacidad de producir los alimentos para sostener a sus familias absolutamente borrados» por los fenómenos meteorológicos extremos exacerbados por el cambio climático, explica Caballero.
Y en el marco actual de guerra, dice, hay que tener en cuenta que puede aumentar la presión para que América Latina produzca más sin que se pretenda priorizar una producción sostenible.
«Si no transformamos la manera en la que hacemos agricultura y la hacemos más resiliente» a los embates del cambio climático «estamos poniendo en riesgo no solamente nuestra propia seguridad alimenticia, sino también un aumento de los precios de alimentos a nivel local», dice por su parte Lever.
Aquí entra en juego una palabra que se repite en cada informe y cumbre: adaptación. Es necesario aumentar la inversión para lograr adaptarse al cambio climático. En la adaptación, explica Caballero, es donde «hay una conjugación perfecta de que la sostenibilidad y la equidad son dos caras de la misma moneda».