Tulum es una de las joyas más deseadas del Caribe mexicano, quizá por estar delineado por 10 kilómetros de arena blanca y aguas turquesas que le valieron para ser nombrado Pueblo Mágico.
Aquí, la naturaleza se muestra en todo su esplendor a través de lagunas, cenotes y una zona arqueológica maya a la orilla del mar, que fue utilizada como centro ceremonial astrológico y comercial. No faltan los paseos en bicicleta que te internan por la selva para llevarte a conocer estas maravillas. Tulum Bike Tours complementa la experiencia con la visita a comunidades mayas, donde te enseñan medicina tradicional y elaboración de joyería con semillas.
Tulum, a diferencia de Cancún, no es un destino de grandes resorts todo incluido, más bien, sus alojamientos son pequeños hoteles que se mimetizan con la selva y pueden ser tan lujosos o rústicos como quieras. Si vas en pareja te recomendamos Azulik, con seis suites construidas en madera, columpios y camas colgantes, que se han hecho famosas en Instagram. ¿Te imaginas beber una copa de vino sobre la copa de los árboles? Con espacios que emulan nidos gigantes.
Si eres de alma aventurera, te recomendamos hacer glamping en ubicaciones acondicionadas con cama queen size, ventilador y alfombras. La noche en este tipo de habitación no rebasa los mil pesos. Además, todos los días ofrecen clases de yoga.
Tulum es de atmósfera eco-chic y lo notas cuando paseas por las calles del centro, a tan solo cuatro kilómetros de la franja costera. Puedes encontrar un bar por doquier para disfrutar de una tarde de tragos desenfadados; Gitano es una opción si te gusta el mezcal. También verás pequeñas galerías de arte y tiendas con indumentaria hippie. Ni qué decir de los locales que ofrecen algún masaje, ritual prehispánico o una clase de yoga nocturna, a la orilla de la playa.
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