Por Bruno Cortés
Desde su trinchera digital, Truth Social, Donald Trump lanzó otra de esas declaraciones que prenden más fuegos que velas. Su promesa de imponer un arancel del 25% a todos los productos importados desde México y Canadá, a partir del 20 de enero de 2025, ha encendido las alarmas en ambos lados de la frontera. Lo presenta como una estrategia «patriótica» para combatir la migración ilegal y el tráfico de fentanilo, pero ¿qué tan efectivo puede ser este plan para los problemas que dice querer resolver?
El dilema del bolsillo
El truco de los aranceles suena patriótico en campaña, pero en la vida real es como intentar apagar un incendio echándole gasolina. Los economistas ya advierten que este 25% no solo afectará a las empresas mexicanas y canadienses, sino que hará temblar las billeteras estadounidenses. Con este incremento, productos cotidianos como alimentos, electrodomésticos y vehículos se encarecerán, lo que podría costarle a cada hogar en Estados Unidos unos $2,600 al año.
¿Y los consumidores? Bueno, ellos pagarán la cuenta, porque los aranceles no son más que un impuesto encubierto que se traduce en precios más altos en las tiendas.
El T-MEC bajo fuego
Lo curioso es que esta propuesta no solo desafía la lógica económica; también pone al borde del abismo al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Este acuerdo, diseñado para garantizar el libre comercio en América del Norte, establece reglas claras que Trump estaría pisoteando con su arancelazo. Violar el T-MEC podría desencadenar una guerra comercial en la región, algo que ya vimos con el episodio de los aranceles al acero en su administración previa.
Los argumentos de México y Canadá
Marcelo Ebrard, desde el lado mexicano, no tardó en advertir que este movimiento es un arma de doble filo. México no solo es uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos, sino que su economía está profundamente entrelazada con la del vecino del norte, especialmente en sectores como el automotriz y el agrícola. «Golpear a México es golpear al consumidor estadounidense», ha reiterado.
Por su parte, Canadá ha mantenido un perfil más discreto, pero alinea su postura con México. Ambos países insisten en que los problemas del tráfico de drogas y la migración necesitan soluciones multilaterales, no sanciones unilaterales que sólo empeoran la situación.
¿Es realista el plan de Trump?
La realidad es que los aranceles no resolverán ni el tráfico de fentanilo ni la migración. El problema de las drogas es complejo, profundamente enraizado en la demanda estadounidense y en las rutas internacionales que lo facilitan. En cuanto a la migración, los expertos coinciden en que la solución está en mejorar las condiciones en los países de origen, no en castigar a sus socios comerciales.
El impacto político y diplomático
Si Trump sigue adelante con este plan, no solo pone en juego la economía, sino también las relaciones diplomáticas con sus vecinos. México y Canadá han trabajado durante años para construir una alianza estratégica con Estados Unidos; esta medida podría dinamitar ese esfuerzo.
¿El veredicto? Las promesas de campaña suenan fuertes y claras, pero como dice el dicho: «del dicho al hecho, hay mucho trecho». La pregunta es si Trump está dispuesto a pagar el precio de este arancelazo, porque, al final del día, la factura llegará al consumidor promedio… y a las urnas.