Trump reconsidera aumento del 50% a los aranceles sobre el acero y aluminio de Canadá

En una nueva vuelta de tuerca a las tensas relaciones comerciales entre Estados Unidos y Canadá, el presidente Donald Trump, quien había anunciado un incremento drástico de los aranceles al acero y aluminio canadienses, decidió dar marcha atrás en la medida, luego de una serie de negociaciones. La decisión de duplicar los aranceles del 25% al 50% había generado preocupación en ambos países, dado su impacto en sectores clave como la industria automotriz y la construcción, y, en particular, sobre la economía canadiense.

 

El anuncio de Trump llegó por la mañana, a través de su red social Truth Social, en el que anunciaba la intención de imponer mayores aranceles al acero y aluminio importados desde Canadá, lo que parecía ser una respuesta a una nueva medida de la provincia de Ontario, que había decidido cobrar un recargo a las exportaciones de electricidad hacia tres estados estadounidenses.

 

Sin embargo, horas después, tras una conversación telefónica entre el primer ministro de Ontario, Doug Ford, y el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, Trump reconsideró su postura. En una rueda de prensa, Trump destacó que Canadá había optado por no seguir adelante con el recargo sobre la electricidad, lo que lo llevó a suavizar las amenazas de duplicar los aranceles. El asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro, confirmó la noticia, asegurando que la medida probablemente no se llevaría a cabo.

 

Canadá es uno de los principales proveedores de acero y aluminio a Estados Unidos, abasteciendo la mitad de las importaciones de aluminio y el 20% del acero. Este comercio ha sido clave en la relación bilateral, que también está regida por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (T-MEC), firmado con México. En este contexto, cualquier subida de aranceles podría haber afectado gravemente las cadenas de suministro, especialmente en sectores tan relevantes como la automotriz, donde las piezas fabricadas en Canadá son esenciales para la producción de vehículos en los Estados Unidos.

 

De hecho, la reacción del gobierno canadiense no se hizo esperar. El futuro primer ministro de Canadá, Mark Carney, prometió que su gobierno buscaría una respuesta que tuviera un “impacto máximo” sobre Estados Unidos, pero minimizando las consecuencias para su país. Carney ya había manifestado su postura en defensa de los intereses nacionales de Canadá, señalando que el país nunca formaría parte de Estados Unidos.

 

A pesar de la suavización de las medidas, Trump no descartó por completo nuevas sanciones. En un mensaje de Truth Social, el presidente estadounidense dejó claro que, si Canadá no eliminaba lo que él considera “tarifas canadienses atroces”, su país podría imponer aranceles a los automóviles importados desde Canadá, lo que podría tener efectos devastadores para la industria canadiense. De acuerdo con Trump, la única solución “sensata” sería que Canadá se convirtiera en el “51 estado” de Estados Unidos, lo que eliminaría por completo los problemas arancelarios y comerciales.

 

Mientras tanto, México también está preocupado por la aplicación de los aranceles al acero y aluminio que Trump planea imponer en los próximos días. Marcelo Ebrard, secretario de Economía mexicano, ha intensificado las negociaciones para evitar la aplicación de un arancel del 25% a los productos metálicos mexicanos, destacando que Estados Unidos tiene un superávit comercial con México en estos productos por más de 6 mil millones de dólares. La presidenta Claudia Sheinbaum explicó que, en virtud del T-MEC, México podría evitar la reciprocidad de los aranceles y, por lo tanto, no imponer tarifas a los productos estadounidenses, siempre y cuando las negociaciones continúen en buenos términos.

 

Las tensiones entre Estados Unidos y Canadá continúan, pero las recientes negociaciones demuestran que los acuerdos comerciales pueden tomar giros inesperados. Aunque la amenaza de Trump de duplicar los aranceles se ha desvanecido por ahora, la situación sigue siendo volátil. Tanto Canadá como México deberán estar atentos a las decisiones del gobierno estadounidense, que sigue utilizando los aranceles como una herramienta en sus relaciones comerciales, mientras los países afectados buscan proteger sus economías y fortalecer el T-MEC.

 

 

 

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