Por Juan Pablo Ojeda
La decisión de Donald Trump de imponer aranceles del 25% a las importaciones de Canadá y México ha sido interpretada por varios expertos como un golpe mortal al T-MEC, el acuerdo comercial que el propio presidente de EE. UU. negoció y aprobó hace solo cinco años. El martes, el gobierno estadounidense justificó la medida alegando que ambos países no estaban haciendo lo suficiente para frenar el tráfico de fentanilo y la migración irregular hacia el país.
Este nuevo capítulo en las tensiones comerciales entre los tres países se suma a una serie de decisiones que han marcado la administración Trump. El T-MEC reemplazó al histórico TLCAN, que desde 1994 había sido el marco principal para el comercio entre EE. UU., Canadá y México. Sin embargo, según analistas, la relación comercial ahora enfrenta un riesgo de desintegración a raíz de las políticas de Trump.
A raíz de la medida, Canadá ya ha respondido con la aplicación de aranceles a productos estadounidenses, como el bourbon, electrodomésticos, cereales, motocicletas y cosméticos, con un valor aproximado de 30,000 millones de dólares canadienses (unos 20,740 millones de dólares estadounidenses). El gobierno canadiense ha advertido que, si EE. UU. no revierte los aranceles en los próximos 21 días, ampliará las represalias a 125,000 millones de dólares canadienses en importaciones adicionales. Por su parte, México aún no ha anunciado sus medidas, pero se espera que lo haga en los próximos días.
El director de Oxford Economics, Tony Stillo, aseguró a EFE que la decisión de Trump está socavando una red de producción altamente integrada entre los tres países, afectando acuerdos comerciales que han existido durante décadas. Sin embargo, Stillo también señaló que, aunque el T-MEC sigue vigente «técnicamente», su efectividad podría estar en entredicho.
Por otro lado, el economista Julian Karaguesian, exfuncionario canadiense con una vasta trayectoria en relaciones económicas entre Canadá y EE. UU., declaró que, aunque el T-MEC “técnicamente está vivo”, en la práctica está muerto. Karaguesian recordó que Trump comenzó a debilitarlo desde su primer mandato, imponiendo aranceles al acero y aluminio bajo el pretexto de la seguridad nacional. Ahora, las justificaciones para los aranceles incluyen el fentanilo, la inmigración ilegal y los subsidios injustos.
Ante esta situación, Canadá ha decidido presentar una demanda formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra EE. UU. por la imposición de los aranceles, aunque se espera que el proceso legal tarde varios meses.
Ambos expertos coinciden en que el principal problema es la incertidumbre generada por Trump, quien ha demostrado poco interés por mantener la estabilidad de las relaciones comerciales. Karaguesian subrayó que Trump ha usado los aranceles como un «atajo» para reindustrializar Estados Unidos, aunque esta estrategia podría tener efectos negativos tanto para el comercio global como para las empresas estadounidenses.
Por su parte, Stillo se mostró optimista en cuanto a que el impacto podría ser temporal, confiando en que, tras el mandato de Trump, una administración más racional podría revertir la situación. Sin embargo, Karaguesian expresó sus dudas, pues ve a Trump como un presidente que valora más la autosuficiencia económica que las relaciones comerciales internacionales.