El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a encender el debate comercial al anunciar la implementación de aranceles «recíprocos» a partir del 2 de abril. Según el mandatario, esta medida busca equilibrar las relaciones comerciales con Canadá y México, sus principales socios bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Aunque Trump asegura que dio «un pequeño respiro» a ambos países, las tensiones no han tardado en surgir.
Los aranceles recíprocos están diseñados para gravar los productos importados a Estados Unidos al mismo nivel que esos países imponen a los bienes estadounidenses. Trump justificó esta medida como una forma de proteger a los fabricantes de automóviles y equilibrar el comercio. Sin embargo, expertos advierten que podría generar un aumento en los precios de bienes y tensiones en las cadenas de suministro.
En 2024, Estados Unidos exportó bienes y servicios por valor de 440,000 millones de dólares a Canadá y 393,000 millones de dólares a México, lo que los convierte en sus principales socios comerciales. Bajo el T-MEC, muchos productos estadounidenses entran libres de impuestos en ambos países, pero los nuevos aranceles podrían cambiar esta dinámica. Además, Trump ha acusado a Canadá y México de no hacer lo suficiente para combatir el tráfico de fentanilo, un problema que ha vinculado directamente con su política arancelaria.
Mientras que México y Canadá han mostrado disposición para negociar, también han advertido sobre posibles represalias. Por su parte, China, que enfrenta un arancel del 20% en sus productos, ha respondido con medidas similares, afectando principalmente a productos agrícolas estadounidenses.
El T-MEC, que ha sido clave para la integración económica de América del Norte, enfrenta un panorama incierto. Las políticas proteccionistas de Trump podrían poner en riesgo la estabilidad del acuerdo, afectando sectores clave como el automotriz y el agrícola.