Por Arturo Moncada
El reciente fallecimiento de Rebecca Cheptegei, una destacada atleta ugandesa, a manos de su pareja, ha puesto en el centro de atención la urgente necesidad de políticas públicas más efectivas para combatir la violencia de género.
Cuando hablamos de «políticas públicas» nos referimos a las acciones que el gobierno toma para solucionar problemas que afectan a la sociedad, en este caso, la violencia de género. Esta situación no solo es un acto de violencia doméstica, sino un reflejo de un problema más grande que exige respuestas contundentes.
En varios países, existen leyes que buscan prevenir y castigar la violencia contra las mujeres, pero en la práctica, estas leyes no siempre se cumplen o se aplican de manera adecuada. La tragedia de Cheptegei nos recuerda que, aunque haya normas en papel, lo importante es que haya mecanismos de protección que funcionen realmente.
¿Qué se está haciendo?
Muchos gobiernos, incluida Kenia donde ocurrió el ataque, han establecido políticas que buscan proteger a las mujeres a través de centros de apoyo, líneas de emergencia y leyes más estrictas para castigar a los agresores. Sin embargo, la falta de recursos y la cultura del silencio muchas veces impiden que las víctimas denuncien o reciban la protección que necesitan.
Una política efectiva debe incluir educación sobre igualdad de género, apoyo psicológico, protección policial rápida y juzgados especializados en violencia de género. Pero para que esto funcione, es necesario invertir recursos y cambiar la mentalidad tanto en las instituciones como en la sociedad.
¿Qué podemos aprender?
El caso de Rebecca Cheptegei nos enseña que no basta con admirar los logros deportivos de nuestras atletas, también debemos garantizar que estén seguras en sus hogares y en sus vidas personales. La violencia de género es un problema que nos afecta a todos, y depende de los gobiernos, pero también de la sociedad en general, crear un entorno donde las mujeres no teman por su vida.