Por Bruno Cortés
Imagínense un rancho en medio de la nada, a solo 3.5 km de la delegación municipal de Teuchitlán, Jalisco, convertido en el patio trasero del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG). Hornos crematorios humeando, restos humanos esparcidos y más de 400 prendas gritando las historias de los desaparecidos.
¿Y las autoridades locales? Durmiendo el sueño de los justos, o algo peor. El 5 de marzo de 2025, el Rancho Izaguirre se destapó como un secreto a voces que nadie quiso escuchar, y Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, salió a gritar lo obvio: “¿Dónde estaban el alcalde y el gobernador?”.
La respuesta es tan sencilla como escalofriante: la Fiscalía General de la República (FGR) tuvo que entrar porque el narcotráfico y las desapariciones son delitos federales, y en este México nuestro, la justicia local suele ser un espejismo.
El Rancho de los Horrores: Un Chiste Macabro sin Risa
El Rancho Izaguirre no es una película de terror, es un puñetazo en la cara. Tres hornos crematorios, fragmentos óseos y un guardarropa siniestro de 400 prendas que nadie reclamará. Desde 2018, el CJNG lo usaba como su centro de operaciones, mientras la Guardia Nacional, que lo “aseguró” en 2024, dejó el trabajo a medias.
“Es que 10,000 metros cuadrados son mucho para revisar”, dirán, con esa ironía que da ganas de llorar. Fueron los Guerreros Buscadores, con una llamada anónima, quienes destaparon la cloaca. Y el alcalde, José Ascención Murguía, del partido Movimiento Ciudadano, jura que no sabía nada. ¿Un centro de exterminio a un tiro de piedra de su oficina y él tan tranquilo? O es el rey de la inocencia o el campeón de la negligencia. Ustedes decidan.
Fernández Noroña: El Gritón con Razón (y un Poco de Teatro)
Gerardo Fernández Noroña, con su estilo de revolucionario de telenovela, puso el dedo en la llaga: las autoridades locales y estatales estaban ciegas, sordas y mudas. “¿Dónde tenían los ojos?”, bramó, mientras aplaudía que la FGR tomara las riendas. Y no le falta razón.
El Código Penal Federal, en los artículos 193 al 199, dice clarito que el narcotráfico es asunto federal. Y aunque los artículos sobre desaparición forzada (215 A al D) fueron derogados, la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas sigue en pie y es federal. Ergo, la FGR manda aquí, no hay vuelta de hoja.
Pero ojo, también hay algo de show. Fernández Noroña, morenista de corazón, sabe que este caso es una mina de oro para pegarle a la impunidad y, de paso, al gobierno de Jalisco, nido del CJNG y bastión de otros poderes. Mi postura es firme: la FGR debe meterse hasta el fondo, pero sin convertirlo en circo político. Porque si no, será otro capítulo de “justicia a la mexicana”: mucho ruido y pocas nueces.
El Alcalde “Inocente” y el Gobernador que Lava Manos
José Ascención Murguía, el edil naranja, salió con su mejor cara de póker: “Estoy limpio, que me investiguen”. Su defensa es de caricatura: el rancho es ejidal, no paga predial, no está en el catastro. ¡Claro, cómo iba a sospechar que el CJNG tenía un parque temático del crimen en su backyard! Ni el Chapulín Colorado lo salva de esa excusa. Y el gobernador Pablo Lemus, también de Movimiento Ciudadano, admitió que la inspección de 2024 “pudo no ser completa”. ¡Qué sorpresa! Ahora promete investigar omisiones, pero suena a “ya que me lo hagan los federales”. La FGR ya está adentro, y ojalá no se quede en buenas intenciones, porque esto huele a complicidad o ineptitud a kilómetros.
La Ley Dice Una Cosa, la Realidad Otra
El marco legal no miente: el narcotráfico es federal según el Código Penal, y la desaparición forzada, aunque perdió sus artículos específicos en el CPF, sigue siendo federal bajo la Ley General de 2017. En Teuchitlán, con hornos y el CJNG de por medio, no hay debate: la FGR tiene que actuar.
Pero aquí viene el pero: más de 115,000 desaparecidos en México, según Human Rights Watch, y la impunidad sigue siendo la reina del baile. La ley es clara, sí, pero aplicarla es como pedirle peras al olmo. Y mientras el Senado critica, el alcalde se defiende y el gobernador promete, el narco se frota las manos. La intervención federal es necesaria, pero si no hay resultados, es puro cuento.
¿Y la Justicia, Pa’ Cuándo?
Teuchitlán nos cachetea con una verdad incómoda: el narco y el poder a veces duermen en la misma cama. La FGR debe entrar con todo, pero no basta con jurisdicción, hace falta voluntad. Exijamos que los hornos no se enfríen en el olvido, que los nombres de los desaparecidos se griten fuerte y que la justicia deje de ser un chiste de mal gusto. Porque si no, amigos, el próximo rancho podría estar en nuestra esquina. Y eso sí sería el colmo de la ironía.