¿Qué pasa en Guanajuato? La violencia, más allá de un simple conflicto criminal
En el último mes, Guanajuato ha sido escenario de ataques violentos con coches bomba que, según el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, no pueden ser considerados como actos de terrorismo. Harfuch explica que estos atentados carecen de un fin ideológico y son parte de una batalla territorial entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL), quienes luchan por el control de zonas clave para el narcotráfico y el robo de combustible.
La disputa por el territorio y su impacto en los ciudadanos
Guanajuato, un estado estratégico en el centro del país, ha registrado niveles de violencia alarmantes en los últimos años debido a esta disputa. En 2024, el estado reportó el mayor número de homicidios dolosos, lo cual refleja la intensidad del conflicto. A diario, las comunidades viven en incertidumbre, y los ciudadanos deben adaptarse para minimizar los riesgos en su vida cotidiana. Por ejemplo, en lugares como Jerécuaro y Acámbaro, donde ocurrieron las explosiones más recientes, los habitantes han cambiado sus rutinas para evitar zonas de conflicto.
¿Qué buscan los cárteles con estos ataques?
Los atentados con coches bomba son una demostración de fuerza y un intento de intimidación contra las autoridades y grupos rivales. En el ataque más reciente, tres policías resultaron heridos, aunque no hubo víctimas civiles. Estos ataques buscan limitar la respuesta de seguridad y mantener control sobre ciertas áreas; no son actos ideológicos, sino respuestas directas a operativos y amenazas entre cárteles. La frecuencia y la violencia de estos incidentes han hecho que algunos sectores pidan considerar estos actos como terrorismo, pero el gobierno insiste en la naturaleza «criminal» del conflicto.
¿Qué implicaría llamar «terrorismo» a estos actos?
Definir estos actos como terrorismo tendría consecuencias importantes para México, tanto en la política de seguridad nacional como en sus relaciones internacionales. Algunos políticos creen que esta etiqueta abriría la puerta a intervenciones militares extranjeras, como la intervención de Estados Unidos, que ha mostrado interés en el combate directo contra los cárteles en México. Sin embargo, clasificar estos actos de esta manera también podría complicar los esfuerzos del gobierno para resolver la violencia con un enfoque más amplio y a largo plazo, que no dependa exclusivamente de la fuerza militar.
¿Qué sigue para Guanajuato y para México?
La violencia en Guanajuato es solo la punta del iceberg de un problema más profundo que incluye desigualdad, pobreza y la falta de oportunidades para los jóvenes, factores que facilitan la expansión del crimen organizado. Expertos señalan que, además de una estrategia de seguridad efectiva, es crucial invertir en políticas que fomenten el desarrollo social y económico en la región. En este contexto, el nuevo fiscal general del estado tiene la oportunidad de mejorar la coordinación con otras autoridades para enfrentar el problema de raíz.
Conclusión: La crisis de seguridad en Guanajuato y el desafío para las políticas públicas
Los ataques con coches bomba y la guerra entre cárteles en Guanajuato revelan un conflicto complejo que va más allá de un simple enfrentamiento criminal. La falta de acuerdos claros sobre cómo clasificar esta violencia y las carencias en la coordinación de las fuerzas de seguridad son desafíos que deben ser atendidos para proteger a la población y restaurar la paz en la región.