La pandemia de COVID-19 transformó radicalmente la manera en que accedemos a servicios de salud mental. La terapia online emergió como una solución esencial en tiempos de confinamiento, pero ¿es realmente una alternativa equivalente a la terapia presencial? Expertos en el campo analizan sus beneficios y limitaciones para ayudarte a tomar una decisión informada.
Durante la crisis sanitaria, el aislamiento social y el aumento del estrés y la ansiedad llevaron a un incremento sin precedentes en la demanda de servicios de salud mental. Según un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la pandemia afectó profundamente la salud mental en la región, obligando a adaptarse rápidamente mediante la implementación de terapias virtuales.
El doctor Juan Ingelmo, jefe interino del Departamento de Salud Mental del Hospital de Clínicas de la UBA, señala que, desde la perspectiva del paciente, la diferencia entre la terapia presencial y la online no es tan evidente. Sin embargo, para los terapeutas, las diferencias son sustanciales. Ingelmo enfatiza que la terapia virtual surgió como una respuesta excepcional a la pandemia y que es necesario reevaluar su uso en nuevos contextos post-pandemia.
Por otro lado, la doctora Sara Zusman de Arbiser defiende la eficacia de la terapia online, comparándola con las innovaciones realizadas por Sigmund Freud en su práctica psicoanalítica. Zusman argumenta que lo fundamental es el vínculo transferencial entre el terapeuta y el paciente, independientemente del medio utilizado. Según su experiencia, ambas modalidades pueden ofrecer resultados similares si se mantiene una conexión efectiva.
Investigaciones recientes, como las presentadas por Gemma Mestre-Bach de la Universidad Internacional de La Rioja, indican que la terapia cognitivo-conductual online puede ser tan eficaz como la presencial para tratar trastornos como la ansiedad y la depresión. Entre las ventajas destacan la accesibilidad, el ahorro de tiempo y costos de desplazamiento, y la flexibilidad de horarios. Sin embargo, también existen desafíos, como la pérdida de observaciones clínicas cruciales y la mayor carga cognitiva para ambos, terapeuta y paciente.
La doctora Zusman comparte casos exitosos donde la terapia online ha sido una herramienta invaluable, especialmente para pacientes con limitaciones geográficas o de movilidad. No obstante, Ingelmo advierte que en casos de trastornos graves, como psicosis o riesgo suicida, la terapia presencial sigue siendo indispensable para un diagnóstico y tratamiento adecuados.
En conclusión, la terapia online ofrece una alternativa accesible y flexible que puede complementar la terapia presencial, pero no la reemplaza completamente. Es esencial que tanto terapeutas como pacientes evalúen sus necesidades individuales y consideren las recomendaciones de expertos para determinar la mejor modalidad para su salud mental.