Tequesquitengo: El secreto acuático de Morelos que te robará el aliento

Por Ander Masó

En un rincón privilegiado de Morelos, donde el sol abraza la tierra casi todo el año, se encuentra Tequesquitengo, un oasis artificial que guarda secretos bajo sus aguas y aventuras en su superficie. Hace más de un siglo, el pueblo de San Juan Tequesquitengo fue sacrificado para dar vida a este lago, y hoy, sus ruinas emergen como un recordatorio místico del pasado. Con el aroma de cecina recién preparada y el sonido de las olas rompiendo suavemente, este destino es mucho más que un lugar: es una experiencia. Me subí a una lancha al atardecer y, mientras el viento me despeinaba, entendí por qué lo llaman “El Mar de Morelos”. Aquí te cuento todo lo que necesitas saber para descubrirlo.
Un viaje fácil y lleno de promesas
Llegar a Tequesquitengo desde la Ciudad de México es tan sencillo como emocionante. Si vas en auto, toma la Autopista del Sol (México-Cuernavaca) y en unas 1.5 a 2.5 horas —dependiendo del tráfico— estarás a orillas del lago, a unos 130 kilómetros de la capital. La carretera 95D te llevará hasta Cuernavaca, y de ahí, un tramo por la federal 95 te dejará en este paraíso acuático. ¿Prefieres el autobús? Desde la Terminal del Sur (Taxqueña), Pullman de Morelos te lleva por 200-250 pesos en un viaje de 2.5 horas. Si buscas comodidad extra, un traslado privado o un taxi desde Cuernavaca (a solo 30 minutos) también es opción. El clima cálido de Morelos, entre 21 y 31 °C, te da la bienvenida en cualquier época.
Sabores que conquistan
La gastronomía aquí es un reflejo del alma de Morelos: sencilla, pero inolvidable. No puedes irte sin probar la cecina de Yecapixtla, esa carne curada que se deshace en la boca, servida con crema, queso y tortillas calientes. El lago aporta su magia con mojarras fritas o a la diabla, frescas y crujientes, acompañadas de una cerveza helada mientras miras el agua. Para los amantes de lo tradicional, los tlacoyos de masa de maíz y los caldos reconfortantes son un must. Lugares como Raíces Restaurante y Yacht Club o Marina Nautical Club combinan estos sabores con vistas que alimentan el espíritu. Una agua de jamaica o tamarindo en la mano, y estarás listo para el siguiente plan.
Aventura, historia y descanso en un solo lugar
El lago de Tequesquitengo es el rey indiscutible. Sus aguas cálidas (25 °C promedio) invitan a practicar esquí acuático, kayak, jet ski o un paseo en lancha al atardecer. ¿Buscas adrenalina? El Aeroclub Albatros te lanza al cielo en un salto en paracaídas con vistas que quitan el aliento. Para los curiosos, la iglesia sumergida —un vestigio del pueblo inundado en el siglo XIX— emerge en temporadas de sequía y es un imán para buzos. A pocos minutos, los Jardines de México, el jardín floral más grande del mundo, te envuelven en colores y aromas, mientras la Hacienda Vista Hermosa te lleva al pasado colonial. Si tienes tiempo, Xochicalco, a 40 minutos, te espera con sus pirámides prehispánicas. Y para un toque rural, el pueblo de Tehuixtla ofrece mercados y calma.
Tips para el viajero
La mejor época para visitar es de noviembre a abril, cuando el clima es fresco y seco; incluso podrías coincidir con el Festival de Globos Aerostáticos. Hay hospedaje para todos: desde lujosos como Villa Bejar hasta casas en Airbnb con muelle privado. Lleva bloqueador, ropa ligera y muchas ganas de mojarte. ¿Un dato curioso? El nombre Tequesquitengo significa “lugar donde brota el tequesquite” en náhuatl, un guiño a su pasado prehispánico.
Un pueblo bajo el agua
La historia más intrigante del lugar es la del pueblo sumergido. En el siglo XIX, San Juan Tequesquitengo fue inundado para crear el lago, y su iglesia quedó sepultada. Tras el terremoto de 2017, las ruinas reaparecieron parcialmente, atrayendo a aventureros y alimentando leyendas de sonidos fantasmales. Es un recordatorio de que, en Tequesquitengo, la historia y la naturaleza bailan juntas.
Cierro los ojos y aún siento el vaivén de la lancha, el sabor de la cecina y la brisa tibia en la cara. Tequesquitengo no es solo un destino; es un escape que te renueva. México te espera con los brazos abiertos, ¿cuándo vienes a descubrirlo?

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