Por Juan Pablo Ojeda
SpaceX se encuentra una vez más bajo el ojo del huracán tras el reciente lanzamiento de su cohete Starship, que terminó en un rotundo fracaso. El jueves pasado, la nave espacial, que promete revolucionar los viajes espaciales, despegó con grandes expectativas desde Texas, pero minutos después del vuelo, se perdió todo contacto con ella mientras se desintegraba en el aire. Este es el segundo contratiempo importante en los últimos meses para la empresa de Elon Musk.
Aunque el cohete alcanzó una impresionante altitud de casi 150 kilómetros, los problemas empezaron a surgir cuando los motores de la etapa superior comenzaron a apagarse mientras la nave se dirigía hacia lo que se esperaba fuera una entrada controlada sobre el océano Índico. En su lugar, el Starship comenzó a girar descontroladamente, lo que culminó en una caída sin control sobre Florida, donde los residentes pudieron ver los restos del cohete surcando los cielos en una serie de explosiones.
SpaceX, a través de un comunicado, admitió que la nave experimentó un «desensamblaje no programado» durante el encendido de los motores de ascenso. A pesar de los esfuerzos por coordinar respuestas de contingencia con las autoridades de seguridad, la nave no logró completar su misión, que incluía el lanzamiento de satélites simulados, un paso crucial para probar la capacidad de la nave en futuras misiones.
Este fracaso de la Starship llega poco después de un incidente similar ocurrido hace casi dos meses, cuando una explosión de escombros de un vuelo previo también causó preocupación. A pesar de las fallas, SpaceX continúa con sus esfuerzos de prueba, y como indicó uno de sus comentaristas de vuelo, Dan Huot, “desafortunadamente, también pasó esto la última vez, así que ahora tenemos algo de práctica”.
Starship no alcanzó la misma altitud ni la misma distancia que la vez anterior, lo que refuerza la incertidumbre sobre las capacidades de esta nave en su desarrollo. Para SpaceX, el proyecto de la Starship es crucial, ya que se ha reservado para misiones tan ambiciosas como el envío de astronautas de la NASA a la Luna y, eventualmente, para el sueño de Elon Musk de llegar a Marte con el cohete más grande del mundo.
A pesar de estos fracasos, la compañía de Musk ha reiterado su compromiso con los avances en la tecnología espacial, con la esperanza de que las lecciones aprendidas de estos incidentes permitan mejorar el diseño y funcionamiento de la Starship para futuras misiones.
El futuro de la Starship sigue siendo incierto, pero lo que es claro es que SpaceX está comprometida con su misión de llevar a la humanidad más allá de la órbita terrestre, pese a los contratiempos y las dificultades.