Por: Fernando Moctezuma Ojeda – @FerMoctezumaO
Para sorpresa de nadie, este lunes Andrés Manuel López Obrador sigue siendo presidente de México. El ejercicio de la revocación de mandato fue un fracaso, con una participación ínfima de poco menos de 16 millones de ciudadanas y ciudadanos, de los 92.8 millones inscritos en la Lista Nominal.
De hecho, hasta las 00:07 horas de este 11 de abril, -momento en que termino de redactar esta columna-, se registra una participación del 11.90%, lejos del anhelado 40% necesario para que sea una consulta vinculante.
Pero vayamos a lo sustancial: lo positivo de éste proceso es, en definitiva, el gran precedente que queda sentado. A partir de ahora, y para siempre, la persona presidenta en funciones tendrá sobre sus hombros el peso de una ciudadanía organizada, vigilante y atenta a cada movimiento de su encargo.
De hecho, ésto comenzó hace bastante tiempo, pero en últimas fechas hemos visto cómo la ciudadanía organizada cuestionó, por ejemplo, a un conjunto de senadores que no votaron en cuestiones del Tren Maya; o quienes durante el fin de semana pasado cuestionaron a diputadas y diputados de oposición si asistirán a votar mañana (12/04/22) en contra de la Reforma Eléctrica.
Si bien esta jornada nos muestra que unos 15 millones siguen con López Obrador -por convicción o conveniencia-, más importante es que seguimos viendo una oposición insípida que no capitaliza nada. Ya ni para decir ‘de lo perdido lo que aparezca’. Al contrario, cada vez más y más personas se muestran desencantadas de cualquier figura política.
Ante esto, cada vez seremos más quienes votemos por “el menos peor”, y ello nos podría llevar a escenarios mediocres de pasividad y permisividad, eligiendo la candidatura que se gane nuestra risa o nuestro hígado, como notamos cada vez más en las últimas elecciones, desde el año 2000.
Es decir, Fox no ganó con propuestas, sino con ocurrencias; Calderón no ganó por ideas, sino por oratoria; Peña Nieto no ganó con sustancia, sino por “guapo”; y de López Obrador ni hablamos, cuando ganó por la eterna campaña, y era “lo que quedaba”. Sigue siendo el cascajo, vaya.
Exactamente lo mismo sucedió con Samuel García en Nuevo León, y muy probablemente veremos el mismo fenómeno en las estatales de este año. La clase política mexicana se convierte de parlamentaria a cirquera.
Ahora, el discurso estará centrado en la división, entre “los buenos ciudadanos”, quienes acudieron a votar, y los “traidores a la patria”, quienes decidimos no participar en la farsa.
Dijo Barack Obama que “el papel del ciudadano en la democracia no acaba con el voto”. Yo: #SóloDigoLoQueVeo.
JUEGO DE CARTAS:
DE REFILÓN: Al finalizar la jornada, el presidente López Obrador emitió un mensaje grabado en sus redes sociales en el que agració la participación ciudadana “a pesar de los pesares”, llamó “a los conservadores a que se serenen”, y celebró que ahora tuvo más votos que Calderón en 2006 “aunque ahí hubo fraude”, matizó. Finalmente, aseguró que “amor con amor se paga”, y no traicionará, robará ni engañará al pueblo… Bueno, lo de siempre, vaya. //AGENDA: Como le decía, este martes se discutirá y votará en el pleno de San Lázaro la iniciativa de reforma en materia energética enviada por el Ejecutivo, misma que ya adelantó la oposición que no pasará, en tanto no se incluyan los 12 puntos propuestos por la Alianza Va por México. Veremos //PRI: El presidente nacional del tricolor, Alejandro Moreno, advirtió a las y los diputados de su bancada que, si no votan en contra de la Reforma Eléctrica, serían sancionados con la expulsión del partido… Quizás así sea, pero ya vimos el efecto Quirino, ¿no? //INE: Cabe destacar con mensión honorífica la labor del Instituto Nacional Electoral que logró llevar a cabo esta consulta -que nadie pidió- a pesar de los recortes presupuestales y constantes afrentas por parte de los actores políticos. Como dijo Lorenzo Córdova “la ciudadanía volvió a confiar en SU INE”, y eso también es un factor positivo.
P.D: ¿Ahora sí ya acabó la campaña?
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