El escenario es frustrantemente familiar: llegas al aeropuerto con tu boleto confirmado, pero al intentar hacer check-in, te informan que el vuelo está «completo». No es un error; has caído víctima de la sobreventa, una práctica legal donde las aerolíneas venden más asientos de los disponibles. Aunque las compañías defienden este modelo como necesario para mantener tarifas bajas, los pasajeros afectados enfrentan desde horas de espera hasta días varados, revelando una tensión crónica entre rentabilidad y derechos del consumidor.
El negocio detrás del exceso de boletos
Las aerolíneas operan con márgenes estrechos —usualmente entre 2% y 5% de ganancia neta— y cada asiento vacío representa pérdidas. Los algoritmos de «revenue management» predicen el porcentaje de «no shows» (pasajeros que no se presentan), permitiendo vender hasta un 15% más de boletos. Cuando los cálculos fallan, el resultado es lo que la industria llama denegación de embarque involuntaria.
En teoría, el sistema beneficia a todos: las aerolíneas maximizan ingresos y los pasajeros acceden a vuelos más económicos. Pero la realidad es desigual. Mientras en EE.UU. las compensaciones por sobreventa alcanzan hasta US$1,550 (200% del valor del boleto), en México la ley solo exige el 25%, y las aerolíneas locales suelen eludir responsabilidades cerrando el check-in anticipadamente o culpando al pasajero por no pagar asignación de asiento.
Tácticas cuestionables y derechos vulnerados
Investigaciones revelan que las aerolíneas mexicanas rara vez solicitan voluntarios para ceder sus lugares, como sí hacen en otros países. En cambio:
- Cierran el check-in antes de tiempo, argumentando que el pasajero «llegó tarde».
- Priorizan a viajeros frecuentes, dejando en tierra a quienes compraron tarifas básicas.
- Ofrecen vuelos de reemplazo con días de diferencia, aunque haya salidas posteriores con disponibilidad.
«Es una estrategia para evitar reconocer la sobreventa y pagar compensaciones», denuncia Luis Rodríguez, experto en derecho aeronáutico. Un vuelo Cancún-Ciudad de México, por ejemplo, puede tener tres salidas diarias, pero si todas están sobrevendidas, los afectados podrían esperar 72 horas.
¿Fraude o necesidad económica?
Las aerolíneas comparan la sobreventa con hoteles que aceptan más reservas de las que tienen habitaciones, confiando en cancelaciones. Sin embargo, la analogía falla: un hotel puede acomodar huéspedes en otra propiedad cercana; un avión no tiene alternativas en pleno aire.
Casos como el de Ticketmaster y Bad Bunny en 2022 muestran el rechazo social a estas prácticas. «Si un restaurante vendiera mesas que no tiene, sería escándalo. Las aerolíneas lo normalizaron», critica Ana Morales, fundadora de la asociación Viajeros Protegidos.
Cómo protegerte (hasta donde sea posible)
Aunque no hay garantías absolutas, estos pasos reducen riesgos:
- Asigna tu asiento: Incluso en tarifas básicas, pagar por esto te saca del grupo vulnerable.
- Haz check-in online exactamente a las 24 horas del vuelo: Guarda capturas como prueba.
- Únete al programa de viajero frecuente: El estatus plata o superior te da prioridad.
- Llega temprano: Si el vuelo está lleno, los últimos en llegar son los primeros en quedarse.
Un debate abierto
Mientras las aerolíneas insisten en que sin sobreventas los precios subirían, datos de la IATA muestran que el 85% de los vuelos globales operan con ocupación menor al 90%, cuestionando la necesidad real del exceso de ventas. Para los consumidores, la pregunta persiste: ¿es esta una práctica financiera inteligente o simplemente lucro a costa del pasajero?
Con el aumento de la demanda postpandemia y la reducción de rutas, el problema se agudiza. Quizá sea hora de que los reguladores exijan, como en la UE, compensaciones proporcionales al daño causado —no solo al precio del boleto— y transparencia en las políticas de sobreventa. Mientras tanto, millones de viajeros seguirán jugando, sin saberlo, a la ruleta aérea.