CDMX 25 de junio, 2024.- En medio de una preocupante sequía que afecta a varias regiones de México, recientes lluvias han traído un respiro momentáneo. Estados como Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz han visto un incremento en los niveles de sus presas, ofreciendo esperanza a sus habitantes. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿será suficiente la cantidad de agua que caerá para combatir la escasez de agua que afecta a muchos puntos del país?
Según Saúl Arciniega Esparza, académico de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, la solución no es tan simple como esperar algunas semanas de lluvias. Para mitigar verdaderamente la escasez de agua, Esparza indica que necesitaríamos lluvias intensas durante muchos años consecutivos. Además, la temperatura y la evapotranspiración, que afectan la cantidad de agua disponible, deberían mantenerse estables. Este último punto es particularmente difícil debido a la crisis climática que estamos enfrentando.
«Para revertir las tendencias negativas en el almacenamiento de agua y evitar la desertificación, necesitaríamos un cambio significativo y sostenido en los patrones de lluvia», explica Esparza. Actualmente, México enfrenta una situación alarmante donde 2,138 municipios se ven afectados por la escasez de agua, según el último reporte del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
La crisis climática complica aún más la situación. Los cambios en los patrones de lluvia, temperaturas más altas y una mayor evaporación dificultan la recuperación de los niveles de agua en las presas y acuíferos. «La evaporación es un enemigo silencioso. Aunque veamos lluvias, el agua se pierde rápidamente debido a las altas temperaturas», añade el académico.
Para abordar la crisis de manera efectiva, Esparza sugiere la implementación de medidas sostenibles. Estas incluyen la reforestación, la construcción de infraestructuras para la captación de agua de lluvia y la modernización de sistemas de riego. «No se trata solo de esperar a que llueva. Necesitamos una gestión integral del agua que considere el almacenamiento, la distribución y el uso eficiente del recurso», concluye.
Mientras tanto, las autoridades y la población deben prepararse para un escenario donde las lluvias no serán suficientes para resolver la crisis hídrica. Se requieren políticas públicas robustas y la colaboración entre diferentes niveles de gobierno y la sociedad civil para enfrentar este desafío.