Por Bruno Cortés
Ciudad de México.– Las cámaras están listas, los micrófonos encendidos y el guion apenas se escribe. El Senado de la República ha acordado la comparecencia del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, quien deberá acudir el próximo miércoles 30 de abril a las 9:30 horas para exponer los pilares de la tan esperada —y muchas veces cuestionada— Estrategia Nacional de Seguridad Pública.
La cita no es menor. En juego está la validación política de un modelo que, si bien promete pacificación y eficiencia, arrastra críticas por opacidad, falta de resultados concretos y un tono cada vez más militarizado. Harfuch, con la compostura que lo caracteriza y una reputación construida entre operativos de alto perfil y titulares mediáticos, deberá enfrentar a una pluralidad de senadores que no están dispuestos a regalarle aplausos fáciles.
El encuentro se desarrollará ante los integrantes de la Comisión de Seguridad Pública y de la Junta de Coordinación Política (Jucopo). Esta última, órgano clave del Senado, definirá el formato de la sesión, que promete no ser un monólogo gubernamental, sino una conversación ríspida, con réplicas, posturas encontradas y muchas cámaras atentas.
La base constitucional está clara: el artículo 76 de la Carta Magna exige la presentación de la estrategia ante el Senado, y ningún funcionario puede brincarse esa línea sin tropezar con el respeto a los contrapesos. Así que Harfuch deberá hacer algo más que repetir slogans: tendrá que justificar el cómo, el por qué y el para qué de una estrategia que aún genera más preguntas que certezas.
Entre las dudas que flotan en el ambiente legislativo destacan los puntos sobre la coordinación con fuerzas estatales, la participación de las Fuerzas Armadas en tareas civiles, la prevención del delito, la inteligencia financiera contra el crimen organizado y —cómo no— la protección de derechos humanos en un entorno cada vez más militarizado.
Este ejercicio, aunque protocolario, es una oportunidad crucial para transparentar decisiones y fortalecer la rendición de cuentas. Más aún en un país donde la palabra “seguridad” suele ser sinónimo de discurso electoral, y la “estrategia” a veces es solo un compendio de promesas sin calendario ni evaluación.
Se espera que, al término de la comparecencia, el pleno del Senado proceda a la lectura, discusión y votación del dictamen relativo a la Estrategia Nacional de Seguridad Pública. Será un día largo, cargado de cifras, narrativas encontradas y, quizá, alguna revelación inesperada. Porque si algo ha demostrado la política mexicana es que los silencios suelen ser más elocuentes que los discursos.
Ahora la pregunta es: ¿vendrá Harfuch con estrategia… o con retórica? La respuesta, como casi todo en este país, se sabrá en directo y bajo reflectores.