En un acto de resistencia, Sara Cortés Martínez, ex trabajadora de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM), ha decidido llevar su lucha al Senado de la República y comenzar una huelga de hambre este martes 29 de octubre. Tras casi cinco años de batallas en los tribunales y de enfrentarse a lo que considera un despido injustificado, Cortés busca que su caso no quede en el olvido y exige el reconocimiento de sus derechos laborales.
Sara, quien dedicó más de 26 años a la CDHCM, fue despedida el 31 de diciembre de 2019. Desde entonces, ha librado una lucha legal que ha pasado por el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje (TFCA) y hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en un intento por ser reinstalada en su puesto o recibir la indemnización justa que, asegura, le corresponde. La frustración se intensificó cuando, tras una serie de resoluciones, solo se le otorgó un 4.18% de la cantidad original de indemnización. Es decir, recibió un pago de apenas 33 mil pesos, una cantidad que considera insuficiente y que siente, no hace justicia a sus años de servicio ni a su dedicación.
En cada rincón del Senado, la presencia de Sara con su protesta silenciosa envía un mensaje claro: hay quienes, aunque trabajen toda su vida en defensa de los derechos humanos, pueden enfrentar la misma desprotección que buscaban erradicar. Y en su caso, esto ocurre bajo el mando de una institución que debería ser la primera en respetar los derechos laborales de sus empleados. La presidenta de la CDHCM, Nashieli Ramírez Hernández, quien ha buscado cargos de mayor relevancia, es señalada por Sara por ignorar los principios de justicia laboral.
Sara espera que su huelga de hambre impulse al Senado a intervenir en su caso y que aquellos en posiciones de poder, como Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva del Senado, así como senadoras y senadores de comisiones clave, pongan los reflectores sobre esta situación. Su lucha no solo es por un cheque o un laudo favorable; es por la dignidad y la justicia, para que su caso se convierta en un precedente de protección laboral y se evite que cualquier otro trabajador de confianza pase por una situación similar.
A tan solo unos días de la huelga, el TFCA le ofreció a Sara un cheque por el monto indicado en el laudo, hecho que considera un intento por apaciguar su protesta. Sin embargo, su decisión está tomada. La huelga de hambre es su voz, su protesta ante un sistema que, según ella, le falló. Desde el Senado, busca no solo justicia para ella, sino dejar claro que en un México que promete equidad y derechos, estos deben defenderse sin excepción, desde las altas esferas hasta cada trabajador que ha dado su vida por el servicio público.