Por Bruno Cortés
La figura de Santa Claus, ese entrañable personaje que cada Navidad llena de ilusión a grandes y chicos, encierra una historia fascinante que va mucho más allá de su icónica imagen de barba blanca y traje rojo. Hoy, querido lector, te invitamos a sumergirte en un viaje que revela los orígenes y evolución de Santa Claus, un símbolo de generosidad y alegría que trasciende fronteras y generaciones.
- Desde Turquía con amor: La historia de Santa Claus se remonta al siglo IV en Patara, una ciudad de la antigua región de Licia, en lo que hoy conocemos como Turquía. Aquí surge la figura de Nicolás de Bari, un obispo generoso y protector de los más necesitados. Heredero de una fortuna, Nicolás eligió dedicar su vida y recursos al sacerdocio y al servicio de los pobres en Mira, marcando así el inicio de una leyenda.
- Un peregrino en tierras sagradas: Durante su vida, San Nicolás no solo se dedicó a ayudar a los más vulnerables en su tierra natal, sino que también viajó a lugares como Egipto, Palestina e Israel. En estos viajes, vestido con una sotana verde y portando una bolsa de regalos, se convirtió en un símbolo de esperanza y caridad, aspectos que más tarde serían parte esencial del espíritu navideño.
- La huella holandesa: La tradición de San Nicolás, o Sinterklaas, encontró su camino a los Países Bajos, donde cada 5 y 6 de diciembre se celebra en su honor. Esta versión del santo, ataviado con ropajes blancos y rojos y montado a caballo, eventualmente cruzó el Atlántico de la mano de inmigrantes holandeses, asentando las bases de lo que más tarde sería la figura de Santa Claus en América.
- El toque de Coca-Cola: La imagen de Santa Claus que hoy predomina en el imaginario colectivo debe mucho a Coca-Cola. En 1931, buscando una representación más realista y atractiva, la compañía contrató al ilustrador Haddon Sundblom, quien creó una serie de imágenes publicitarias que terminaron por definir la apariencia moderna de Santa Claus. Esta representación fue tan exitosa que cualquier modificación generaba una avalancha de cartas de los admiradores.
La figura de Santa Claus es, sin duda, un fascinante crisol cultural que combina generosidad, tradición y marketing. Su historia, rica en matices y travesías, nos recuerda que más allá de los regalos y las celebraciones, su esencia radica en la bondad y el compartir, valores universales que resonarán siempre en el corazón de la Navidad.