San Blas es un típico pueblo de pescadores, arraigado al encanto de playas tranquilas, bocas de esteros habitados por aves, la calidez y sencillez de su gente y siglos de historia escritos a golpe de mar; fue uno de los puertos navales más importantes de la Nueva España. También, aquí es donde llega a su fin la franja de 160 km de costa que conforman Riviera Nayarit, en el pacífico mexicano.
Las estampas que regala el océano, las montañas verdes y los antiguos edificios coloniales del pueblo de San Blas son incomparables. Por doquier, se rentan bicicletas para ir al Fuerte de San Basilio, la fortaleza que lo protegió de invasiones piratas y que ahora es uno de los mejores miradores para sentir la brisa del mar.
Cuesta abajo se llega hasta el Templo de Nuestra Señora del Rosario utilizado para sesiones de foto por los juegos de luz creados entre su arquería. Se pasa por la exaduana marítima, hoy Casa de Cultura con exposiciones de arte hasta llegar al muelle: dice la leyenda (hecha canción) que aquí, una mujer se sentó por años para esperar a su amor que nunca volvió.
Justo, en el muelle, parten las embarcaciones que se internan por la ciénaga tropical que comprende el estero El Pozo y el río San Cristóbal y, por supuesto, el Parque Nacional La Tovara –ubicado a dos kilómetros de San Blas–, una de las atracciones naturales más impresionantes de la zona con mangles y cientos de aves volando, así como las casas flotantes de madera (características de los primeros asentamientos) recreadas para filmar la película española Cabeza de Vaca (1991).
San Blas no sería el mismo sin sus 40 km de playas como: El Borrego, ideal para una rica caminata, nadar, pasear a caballo, liberar tortugas en los meses de verano en el campamento tortuguero Aayetsie Wakie; Las Islitas, para surfear una de las olas más largas del mundo y, Bahía de Matanchén, un antiguo refugio de piratas y bucaneros con palapas para comer un pescado zarandeado, ceviches y pan de plátano.
Para cerrar con broche de oro, hay que navegar hasta Isla Isabel, un oasis de roca volcánica para esnorquelear y bucear con tiburones ballena, tortugas y rayas.
Para los que se preguntan dónde dormir, en San Blas hay búngalos a pie de playa y hoteles de arquitectura colonial que se integran perfectamente al paisaje como Garza Canela y su restaurante Delfín bajo el mando de la chef mexicana Betty Vázquez. También está Hacienda Flamingos y Marina San Blas, rodeados de extensos jardines y piscinas de borde infinito.
San Blas se ubica a hora y media del aeropuerto internacional de Tepic.
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