En medio del rugir de los motores y el glamour de la Fórmula 1, el Autódromo Hermanos Rodríguez fue escenario de una inesperada carrera por la justicia. Mientras los ojos del mundo estaban puestos en el Gran Premio de México, trabajadores del Poder Judicial tomaron el lugar con una misión clara: alzar la voz contra la reforma judicial que, dicen, amenaza la independencia y sus derechos laborales. Al ritmo de tambores y consignas como “¡ni nos vamos a callar ni nos vamos a mover!”, se plantaron firmes, aprovechando el ruido de la competencia para hacer oír su propio rugido.
La pacífica protesta se volvió el ‘otro espectáculo’ del día, y aunque se esperaba una manifestación tranquila, el despliegue de policías dio un giro tenso a la jornada. Los uniformados intentaron encapsular a los manifestantes, lo que provocó un ambiente de confrontación. Fernando Migues, uno de los líderes de la protesta, lamentó lo que describió como “una respuesta agresiva”, destacando que los trabajadores sólo buscaban expresarse de manera pacífica. Con esto, la protesta se convirtió en un llamado no sólo por la justicia laboral, sino también contra lo que consideran un acto de represión desproporcionado.
La Asociación Nacional de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito (JUFED) no tardó en pronunciarse y condenó la intervención policial, advirtiendo que esta reforma y la “violencia institucional” que sienten vivir son motivos para alzar la voz a nivel internacional. Patricia Aguayo, una de las voceras, hizo énfasis en el temor de muchos trabajadores: esta reforma no busca fortalecer el sistema judicial, sino, dicen, centralizar el poder en detrimento de la justicia y los derechos ciudadanos.
La tan comentada reforma permite ahora la elección popular de jueces y magistrados, una medida que, para los opositores, abre la puerta a la politización de las decisiones judiciales. La preocupación es clara: una justicia que dependa más de la opinión pública que de los principios legales puede perder objetividad, y con ella, su verdadera razón de ser. La tensión no se quedó sólo en el Congreso, sino que se vive ahora en las calles y en cada instancia donde trabajadores del Poder Judicial sienten la necesidad de defender su autonomía.
Así, el Autódromo Hermanos Rodríguez fue testigo de un duelo inesperado: mientras los autos de F1 buscaban la gloria en la pista, afuera, los trabajadores judiciales exigían respeto y autonomía, recordándole al país que las verdaderas carreras no sólo se disputan a alta velocidad, sino también en la lucha por preservar los derechos.