Por Juan Pablo Ojeda
En un giro inesperado dentro del Partido Republicano, varios de sus miembros más destacados han comenzado a cuestionar públicamente los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump. Las críticas, inicialmente limitadas a voces disidentes en la oposición, ahora incluyen a figuras influyentes dentro del propio partido, lo que podría tener implicaciones serias para el futuro político de Trump y la estabilidad de su base en el Congreso.
Desde el Senado, dos figuras prominentes, Rand Paul (Kentucky) y Ron Thillis (Carolina del Norte), se han levantado como voces en contra de las políticas arancelarias de la Casa Blanca. La oposición de estos republicanos no solo se limita a una expresión de nerviosismo, sino que también plantea una creciente preocupación sobre el impacto de estos aranceles en los votantes republicanos y en los mercados.
Paul, quien ha sido particularmente vocal, fue claro al describir los aranceles como un acto “inconstitucional”. En una columna publicada en Fox News, alertó sobre las repercusiones para las familias estadounidenses, al señalar que los aranceles no solo afectan a los gobiernos extranjeros, sino también a los consumidores y trabajadores en Estados Unidos. Este argumento ha sido replicado también por figuras demócratas, lo que fortalece el consenso en torno a la noción de que estos aranceles perjudican directamente a la economía estadounidense.
Por su parte, el exlíder republicano del Senado, Mitch McConnell, también se mostró contrario a la política de aranceles, calificándola como una «mala política», particularmente en lo que respecta al daño que podría causar a las personas trabajadoras. El senador Ted Cruz, una de las principales figuras conservadoras, expresó que los aranceles actúan como un impuesto al consumidor, y aunque no se opuso completamente a la medida, expresó su esperanza de que sirvieran como una estrategia de negociación que no se prolongara demasiado.
El senador Ron Johnson, por su parte, expresó su preocupación en términos cautelosos, destacando que aunque no comparte la visión de Trump sobre los aranceles, apoya la presidencia del mandatario y espera que su enfoque sea el adecuado.
La oposición a los aranceles de Trump se ha intensificado después de la reciente resolución del Senado, que aprobó un proyecto para intentar congelar ciertos gravámenes impuestos a Canadá, con el apoyo de varios republicanos, incluidos McConnell, Paul y las moderadas Susan Collins y Lisa Murkowski. Esta creciente división dentro del Partido Republicano pone de manifiesto las tensiones internas en torno a la política económica de la administración Trump.
Las decisiones de Trump en el ámbito comercial no han dejado de generar controversia. En un contexto de aranceles globales, que incluyen un 10 % para todas las importaciones, un 20 % para los productos de la Unión Europea y un 34 % adicional para China, diversos analistas económicos y agencias de calificación, como JPMorgan y Fitch Ratings, han advertido que estos movimientos pueden generar un aumento en los precios para los consumidores y potencialmente llevar a una recesión económica.
Con el aumento de las críticas internas y las implicaciones económicas que se avecinan, el presidente Trump podría enfrentar un desafío mayor para consolidar el apoyo de su partido y garantizar una posición fuerte en el panorama político de cara a las elecciones de medio término en 2026.