CDMX a 15 de octubre, 2022.- El Istmo de Tehuantepec es la parte más angosta de la República Mexicana, se localiza en el estado de Oaxaca y está conformado por los distritos de Juchitán y Tehuantepec, donde se concentra la población zapoteca, una cultura que sale de las normas socialmente establecidas por una sencilla razón: ahí conviven mujeres, hombres y muxes.
Pero, ¿de qué hablamos cuando decimos muxes? En lengua zapoteca, ‘muxe’ es la palabra con la que se define un tercer género: ni hombre ni mujer.
La tradición marca que ser muxe no es sinónimo de homosexual o trans, pero con el paso de los años se ha ido modificando ese concepto y hoy se habla de dos tipos: las gunaa, personas que nacieron como biológicamente como hombres, pero que se identifican como mujeres, y los nguiiu, que nacieron como hombres y sienten atracción por otros hombres.
Mónica Salud, muxe originaria del Itsmo que radica en la Ciudad de México desde hace 26 años, cuenta que dentro de las familias zapotecas se identifica a muy temprana edad cuando uno de los hijos será muxe, lo cual es socialmente reconocido y aceptado.
«Mi mamá me cuenta que cuando yo tenía meses un señor le dijo que sería diferente a mis hermanos, a mis primos», comenta a RT. Año y medio después de esa profecía, el mismo señor regresó y, según cuenta Mónica, su mamá le dijo con toda naturalidad: «Ya saqué la lotería».
Mónica explica que el júbilo por esa noticia parte de ciertas reglas sociales establecidas dentro de su cultura: «Los hijos y las hijas se casan y se van, pero los muxes son los que van a estar siempre con las madres o padres. Un muxe sí tiene sus novios, pero hasta ahí, nunca ha habido uno que viva con una pareja toda la vida».
Los muxes, por un lado, asumen las labores domésticas como limpiar la casa, cocinar para la familia, cuidar a los niños y a los ancianos, dar comida a los animales, y al mismo tiempo cargan con la responsabilidad de la manutención de sus padres.
Los muxes cargan con la responsabilidad de la manutención de sus padres. Por esa y otras razones, un hijo muxe puede ser considerado como una bendición para las familias zapotecas.
Por esa razón, un hijo muxe puede ser considerado como una bendición para las familias zapotecas, donde los roles de género están muy marcados: las mujeres están asignadas a la tarea de la circulación y distribución de los bienes y de las mercancías, así como de la reproducción de la cultura tradicional, mientras que los hombres se ocupan esencialmente de la producción económica cultural y artística, y de la dirección política del grupo.
En el ámbito económico, los muxes, en su mayoría, asumen labores que tradicionalmente son «asignadas» a las mujeres, como ser cocineras, bordadoras, tejedoras o realizadoras de adornos. En el caso de Mónica, sus padres siempre la vieron «como una hija».
«Yo crecí normal. Desde los 10 u 11 años, mi mamá me compraba ropa de niña, juguetes de niña», relata. Sin embargo, ante el rechazo de esa realidad en el ámbito escolar, Mónica se vio forzada a dejar los estudios y buscar un oficio al que dedicarse. Lo mismo pasa con muchos muxes.
No obstante, hay quienes optan por otras profesiones. Es el caso de Amaranta Gómez Regalado, originaria de Juchitán, quien es la primera muxe en recibir un título profesional como Licenciada en Antropología Social y se ha desempeñado como activista social en el ámbito local, regional e internacional en temas de salud, sexualidad, derechos humanos y promoción cultural.
De hecho, Gómez Regalado se convirtió en la primera candidata muxe a diputada federal por el extinto partido México Posible.
Otro caso es el de Lukas Avendaño, muxe del Itsmo de Tehuantepec, quien es bailarín, coreógrafo, poeta, antropólogo, actor y ‘performer’, que basa su obra artística en la antropología aplicada a las artes escénicas. Una de sus obras, que lo ha llevado a países como a Canadá, Dinamarca, EE.UU., Polonia y República Checa, es ‘Réquiem para un alcaraván’, descrita como un montaje de danza que deja ver la muxeidad.
Las fiestas zapotecas
Una de las fiestas tradicionales de los zapotecas se conoce como Velas, celebraciones nocturnas anuales en las que se honran a santos y que tienen un gran poder de convocatoria. Se realizan en salones de fiestas o en amplios lugares públicos que se acondicionan para disponer del mayor espacio de baile.
Debido a que son festividades de gala, se asiste con una indumentaria zapoteca formal, y se comen alimentos propios de la cultura. En el caso de los muxes, describe Mónica: «Todos los hombres se visten de mujer, es algo normal, y entre nosotras nos ayudamos». Las mujeres, por otra parte, se visten de hombres.
El origen del nombre Velas cuenta con diferentes versiones. Si bien se ha manejado su relación con las veladoras o cirios que se destinan a los santos homenajeados, también se ha hecho referencia al hecho de pasar la noche en vigilia, con motivo de los festejos.
En noviembre, los muxes celebran su propia Vela a la que denominan las ‘Auténticas Buscadoras del Peligro’ y que, a diferencia de la fiesta que convoca al resto de los pobladores de Juchitán, es una reunión que surgió en los años 70 como respuesta al rechazo y persecución que sufrían los integrantes de la comunidad.
Durante esa celebración, la comunidad muxe se viste con la indumentaria característica de la mujer istmeña, que consiste en una falda florida, larga, el huipil muy decorado, con muchas flores, y abundante joyería de oro tanto en el cuello, en las manos, en los aretes, así como maquillaje abundante y el trenzado del cabello.
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