La muerte es una certeza incómoda que todos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas. Mientras que las últimas voluntades pueden abordar asuntos físicos y terrenales, ¿qué sucede con nuestra identidad digital después de que fallecemos? Nuestros mensajes de WhatsApp, perfiles en redes sociales, correos electrónicos y datos personales quedan en un limbo inaccesible e indefinido para nuestros seres queridos y allegados.
En la sociedad actual, vivimos en dos dimensiones: el mundo físico y el digital. A menudo, se presta poca atención a la gestión de nuestro legado digital, a pesar de que nuestras redes sociales, aplicaciones de mensajería y correos electrónicos siguen activos en la nube. Borja Adsuara, abogado experto en derecho digital, se refiere a esto como «herencia digital», que engloba todos los bienes y servicios digitales que dejamos atrás cuando fallecemos.
Sin embargo, el acceso a esta herencia digital es un tema complejo debido a las estrictas políticas de privacidad de las empresas en línea como Google, Apple y Facebook. En casos donde los familiares desean acceder a la cuenta del fallecido, a menudo se enfrentan a obstáculos legales y éticos. Algunas empresas permiten solicitar el cierre de la cuenta, pero el acceso completo a la información rara vez se concede sin el consentimiento explícito del titular original.
Esta situación plantea preguntas éticas sobre la privacidad y la propiedad de la información digital después de la muerte. La ley en muchos lugares prohíbe el acceso a una cuenta sin permiso explícito, independientemente de las buenas intenciones. Esto puede dejar a las familias en una posición incómoda y emocionalmente agotadora.
Para evitar estos problemas, es esencial una planificación detallada. Se debe crear un inventario de todas las cuentas y contraseñas, y este catálogo debe ser accesible para alguien de confianza en caso de fallecimiento. También se recomienda redactar un testamento digital con instrucciones claras sobre cómo manejar la información en línea.
La vida digital es una extensión de nuestra vida física, llena de recuerdos, datos personales y conexiones sociales. Algunos elementos desearíamos dejar en el recuerdo, mientras que otros preferimos mantenerlos inaccesibles. La privacidad post mortem en línea es un tema cada vez más relevante y complejo, y la legislación debe adaptarse para abordar todas las circunstancias. Asegurarnos de que nuestra identidad digital quede en buenas manos es una parte importante de la planificación para el futuro.