Tener la casa siempre desordenada no es únicamente un tema de estética, sino un reflejo de nuestro estado mental y emocional. Según la psicología, el desorden en el hogar puede estar relacionado con factores como el estrés, la creatividad, la cultura e incluso trastornos psicológicos más graves. Cada rincón desorganizado de una vivienda podría contar una historia sobre los sentimientos, hábitos y prioridades de quienes la habitan.
Un estudio titulado “No hay lugar como el hogar: los recorridos por el hogar se correlacionan con los patrones diarios de estado de ánimo y cortisol” establece que un espacio desordenado suele vincularse con un estado emocional caótico. Las personas que atraviesan periodos de estrés, ansiedad o depresión pueden carecer de la energía para mantener un entorno organizado. En estos casos, el desorden no solo es un síntoma, sino un potenciador del problema: puede aumentar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, afectando particularmente a las mujeres.
Desde un punto de vista cognitivo, el desorden también tiene consecuencias. Según el estudio “El orden físico produce elecciones saludables, generosidad y convencionalismo, mientras que el desorden produce creatividad”, un entorno caótico puede dificultar la concentración y la productividad. La teoría de la carga cognitiva sugiere que un espacio saturado de estímulos visuales abruma al cerebro, haciendo que tareas simples se vuelvan complicadas. Esto resulta especialmente relevante para quienes trabajan o estudian desde casa, ya que el desorden puede reducir significativamente su rendimiento.
Curiosamente, el desorden no siempre tiene una connotación negativa. Las personas altamente creativas tienden a tener espacios más caóticos porque priorizan la generación de ideas o proyectos por encima del orden. Además, las percepciones sobre el desorden varían según factores culturales y sociales, lo que puede influir en su impacto psicológico.
El extremo: cuando el desorden se convierte en un problema
En algunos casos, el desorden puede ser un síntoma de trastornos psicológicos graves como el Síndrome de Acumulación Compulsiva. Este trastorno implica una incapacidad para deshacerse de objetos, lo que lleva a un entorno peligrosamente desorganizado que afecta la calidad de vida de la persona.
El desorden en casa va más allá de lo superficial; refleja emociones, prioridades y desafíos internos. Por ello, la clave no es juzgarlo, sino comprender qué significa para cada persona y cómo impacta su bienestar. Un entorno equilibrado puede ser el primer paso hacia una mente más tranquila y productiva.