Por Bruno Cortés
En pleno corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, Diana Sánchez Barrios, una reconocida activista transgénero y líder de comerciantes, fue atacada a tiros el 17 de octubre de 2024. El hecho ocurrió en una zona muy transitada, cerca de calles emblemáticas como 5 de Mayo, sacudiendo a la comunidad local y nacional.
El ataque tuvo lugar a plena luz del día, cuando Diana, junto a dos acompañantes, fue agredida por un sujeto armado que se acercó caminando y disparó varias veces. En medio del caos, su primo resultó herido de gravedad y, lamentablemente, falleció más tarde en el hospital. La agresión causó gran conmoción, no solo por el hecho violento en sí, sino por quién fue la víctima principal: una defensora de derechos humanos que ha dedicado su vida a la lucha por la igualdad.
Diana es una figura pública que no pasa desapercibida. No solo es activista en favor de los derechos de la comunidad LGBTQ+, sino también una fuerte voz en la organización de los comerciantes ambulantes del Centro Histórico. Su liderazgo, al igual que el de su madre Alejandra Sánchez Barrios, ha sido clave para la defensa de estos grupos en un entorno donde los intereses económicos y sociales suelen estar en conflicto.
Este ataque se da en un contexto de creciente violencia hacia la comunidad trans en México, lo que ha hecho que muchos se pregunten si el atentado tiene un trasfondo de odio o si está relacionado con su labor en el comercio.
La noticia del ataque se difundió rápidamente, provocando indignación y solidaridad en diversos sectores. Alessandra Rojo de la Vega, alcaldesa de Cuauhtémoc, expresó su apoyo a Diana y prometió colaborar en la investigación para dar con los responsables.
El ataque a una figura tan visible como Diana también pone sobre la mesa la urgente necesidad de reforzar la protección a activistas y líderes comunitarios, quienes a menudo son blanco de amenazas y agresiones debido a su trabajo.
Este caso no es un hecho aislado. La violencia contra la comunidad trans en México ha aumentado en los últimos años. Según organismos de derechos humanos, 2024 ha sido uno de los años más violentos para las personas trans, con decenas de transfeminicidios registrados. Estos datos ponen en evidencia una realidad alarmante que demanda acción inmediata.
En cuanto a Diana, hasta el momento se sabe que fue hospitalizada y está recibiendo atención médica, aunque su estado actual no ha sido confirmado. Las autoridades siguen investigando para esclarecer los motivos detrás del ataque, pero la comunidad ya exige justicia y protección para quienes alzan la voz en favor de los derechos humanos.
Este lamentable suceso nos recuerda que en México aún queda mucho por hacer para garantizar la seguridad y el respeto a todas las personas, sin importar su identidad de género o el trabajo que realicen. En un país donde la violencia sigue siendo parte del día a día, es urgente generar un ambiente de mayor tolerancia y protección para quienes defienden los derechos de los demás.
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