Bashar al Asad, el hombre que gobernó Siria con puño de hierro durante 24 años, ha sido finalmente derrocado. Su régimen, que parecía inquebrantable, se derrumbó en apenas 12 días ante una ofensiva relámpago de grupos rebeldes. Este giro dramático marca el fin de una era oscura para Siria y abre un nuevo capítulo lleno de incertidumbre para el país.
Al Asad llegó al poder en el año 2000, sucediendo a su padre Hafez, quien había gobernado Siria desde 1971. Inicialmente, el joven oftalmólogo formado en Reino Unido prometía una nueva era de reformas y apertura. Sin embargo, esas esperanzas se desvanecieron rápidamente.
La «Primavera de Damasco» fue efímera. Cuando las protestas de la Primavera Árabe llegaron a Siria en 2011, Al Asad respondió con una brutal represión que desencadenó una guerra civil devastadora.
El conflicto en Siria ha dejado un saldo terrible:
- Más de 500,000 muertos
- 12 millones de desplazados (la mitad de la población)
- 80% de los sirios viviendo bajo el umbral de la pobreza
- Destrucción masiva de infraestructura
Al Asad justificó esta carnicería como una lucha contra el «terrorismo», mientras su régimen cometía atrocidades contra civiles y disidentes.
Después de años resistiendo gracias al apoyo de Rusia e Irán, el régimen de Al Asad se derrumbó sorpresivamente en diciembre de 2024. Una ofensiva liderada por el grupo islamista Hayat Tahrir al Sham tomó Damasco en apenas 12 días.
Al Asad huyó de la capital y, según fuentes rusas, se encuentra ahora en Moscú junto a su familia. Su caída marca el fin de 53 años de gobierno de la familia Asad en Siria.
Mientras los sirios celebran en las calles el fin de la dictadura, el futuro del país sigue siendo una incógnita. Los grupos rebeldes que tomaron el poder son en su mayoría islamistas, lo que genera preocupación sobre el rumbo que tomará Siria.
La comunidad internacional observa con atención, esperando que esta nueva etapa traiga por fin la paz que los sirios anhelan desde hace más de una década.