La obesidad infantil se ha convertido en uno de los problemas de salud pública más urgentes en México, y en particular, en la Ciudad de México. Según datos recientes de ANIVEK Nacional, aproximadamente el 37% de los niños de 5 a 11 años en el país presentan sobrepeso y obesidad. En la capital del país, el 10.6% de los niños menores de 5 años también se enfrentan a este grave problema. Ante este alarmante panorama, el gobierno federal de Claudia Sheinbaum ha tomado una medida decisiva: la prohibición de la venta de comida chatarra en las escuelas, a partir de marzo de 2025.
El Reto de la Obesidad Infantil
La prevalencia de la obesidad infantil en México ha crecido de manera exponencial en los últimos años. La comida chatarra, rica en azúcares, grasas saturadas y sodio, pero con escasos nutrientes esenciales, ha contribuido a este fenómeno. Además de su impacto en el desarrollo físico de los niños, esta alimentación deficiente está estrechamente relacionada con enfermedades crónicas como la diabetes y trastornos cardiovasculares. Es por ello que la decisión de eliminarla de las escuelas busca combatir de raíz estos problemas de salud pública.
Medidas y Objetivos del Gobierno
El gobierno tiene claros los objetivos de esta medida: promover hábitos alimenticios más saludables, fomentar el consumo de agua en lugar de bebidas azucaradas, e integrar más actividades físicas en el currículum escolar. Estas acciones tienen como fin reducir la dependencia de productos ultraprocesados y ofrecer a los estudiantes alternativas más nutritivas. En este sentido, la iniciativa pretende que las nuevas generaciones adquieran una cultura más sana que los acompañe a lo largo de su vida.
Retos y Críticas a la Prohibición
Sin embargo, esta medida no ha estado exenta de críticas. Aunque las intenciones son loables, muchos expertos señalan que la prohibición de la comida chatarra en las escuelas no será suficiente si no se acompaña de un cambio cultural en torno a la alimentación familiar. A pesar de que la medida tiene el potencial de transformar el entorno escolar, la educación sobre hábitos saludables debe extenderse también a los hogares y las comunidades para que se logre un impacto real.
Además, se enfrentan grandes desafíos logísticos: actualmente, el 98% de las escuelas vende comida chatarra y el 95% ofrece bebidas azucaradas, lo que hace que la transición a un entorno libre de estos productos no sea sencilla.e
La prohibición de la comida chatarra en las escuelas es un paso importante en la lucha contra la obesidad infantil, pero su éxito dependerá de un enfoque integral que involucre a los padres, maestros, autoridades locales y a la sociedad en general. La clave estará en cambiar hábitos alimenticios no solo en las aulas, sino también en los hogares y en la vida diaria de los niños y adolescentes. El reto es grande, pero con el compromiso colectivo, la lucha contra la obesidad infantil puede tener un impacto positivo y duradero en la salud de las nuevas generaciones.