Por Bruno Cortés
CIUDAD DE MÉXICO – En la más reciente sesión de la Cámara de Diputados, la fracción parlamentaria de Morena y sus aliados han sellado el destino del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el año 2024, marcando un antes y un después en la política de gasto público en medio de la tragedia de Acapulco. La aprobación del PEF ha destacado por la ausencia de una asignación específica para la reconstrucción de Acapulco, pese a los estragos ocasionados por el huracán Otis.
El huracán dejó un panorama desolador en la emblemática ciudad de Guerrero, una situación que requería de una respuesta pronta y efectiva. Sin embargo, el PEF 2024 ha optado por una estrategia de endeudamiento récord y una inversión en proyectos y programas de índole social y de infraestructura, sin atender directamente las necesidades urgentes del puerto afectado.
Los diputados de Morena han justificado el incremento del presupuesto, que representa un 26.2% del PIB y un 1.2 veces mayor al de 2018, destacando la priorización en 22 obras y programas considerados prioritarios por el gobierno de López Obrador. Programas de bienestar social como la pensión para Adultos Mayores y Jóvenes Construyendo el Futuro, reciben luz verde mientras Acapulco espera en la sombra.
El techo de endeudamiento interno propuesto, de 1,9 billones de pesos, y las expectativas de recaudación tributaria mantenidas en 4,9 billones de pesos, plantean un escenario de gasto audaz en un contexto de responsabilidad fiscal. Aunque el desembolso gubernamental previsto supera los 9 billones de pesos, el fantasma de Acapulco permanece en el aire, cuestionando la capacidad del PEF para responder a crisis inmediatas.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) ha hecho un llamado a la transparencia, la democracia y la adherencia constitucional en la consideración del presupuesto, una demanda que resuena con fuerza ante la exclusión de Acapulco. La actuación de Morena, consolidando un presupuesto que ignora las súplicas de una ciudad en ruinas, ha provocado un torrente de críticas.
La decisión ha sido interpretada por algunos como un desdén hacia las urgencias del pueblo, mientras otros la ven como una visión a largo plazo para el bienestar generalizado. Lo cierto es que, mientras el PEF avanza con sus ambiciosos proyectos, la ciudad de Acapulco y sus habitantes enfrentan un futuro incierto, confiando en la promesa de que el apoyo gubernamental integral llegue antes de que las secuelas del huracán Otis se conviertan en heridas permanentes en el tejido social y económico de la región.
Los ojos de México y la comunidad internacional se posan ahora sobre la capacidad de gestión de crisis del actual gobierno, mientras la pregunta persiste: ¿Es posible avanzar hacia el futuro sin resolver primero las tragedias del presente?