CDMX a 20 de marzo de 2024.-El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha emitido una fuerte crítica contra la recientemente aprobada Ley SB4 en el estado de Texas, Estados Unidos. Esta ley, que entrará en vigor hoy, otorga a las autoridades estatales el poder de detener y deportar a personas sospechosas de haber ingresado al país de manera ilegal.
En declaraciones durante la conferencia matutina conocida como La Mañanera, el mandatario mexicano calificó la medida como «draconiana» e «injusta», además de señalar que viola tanto el derecho internacional como preceptos de convivencia humana, e incluso la biblia. López Obrador acusó a las autoridades que apoyan esta legislación de hipocresía, recordando que muchos de ellos asumen sus cargos haciendo un juramento ante la biblia.
El presidente también hizo hincapié en que la ley SB4 representa una intromisión indebida en asuntos de carácter federal, señalando que no corresponde a un estado determinar medidas de política migratoria, ya que esto es competencia del gobierno federal según la Constitución mexicana.
Además, López Obrador advirtió que el gobierno federal de Estados Unidos está en contra de esta ley y afirmó que México no aceptará las deportaciones que esta medida pudiera generar. Se espera una respuesta más detallada por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Por su parte, la SRE emitió un comunicado reprobando la legislación SB4, denunciando que criminaliza a las personas migrantes, fomenta la separación de familias, la discriminación y el perfilamiento racial, lo cual atenta contra los derechos humanos de la comunidad migrante.
La ley SB4, considerada una de las medidas antiinmigrantes más drásticas en la historia de Estados Unidos, establece como delito menor el ingreso irregular al estado de Texas desde una nación extranjera, y como crimen grave, punible hasta con 20 años de prisión, si el infractor es reincidente.
La postura firme del presidente mexicano y el rechazo contundente de la SRE ante esta legislación marcan un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos, y plantean un desafío adicional en el complejo panorama migratorio de la región.