Ucrania es vital por varias razones. Una de ellas es geográfica: si está obsesionado con la idea de que le van a destruir, Ucrania, al estar en gran parte llanura, es un lugar de acceso favorable a Rusia. Es, de hecho, el lugar por donde muchas invasiones a Rusia han pasado históricamente, desde Napoleón, hasta los nazis.
También es donde vive la minoría rusoparlante más grande en el exterior. También por el simbolismo histórico: Ucrania fue la gran conquista de los nacionalistas del 1800. Pasó a manos de Catalina la Grande de manos de su gran general Potemkin.
De hecho, fue en esa época cuando conquistaron el Dombás y le dieron el nombre de Nueva Rusia y se volvió una colonia.
Rusia invade Ucrania: lo que sabemos hasta ahora de la operación ordenada por Putin
Pero también hay un hecho político: ha dicho tantas veces a su pueblo que la seguridad de Rusia depende de Ucrania, que no lograr controlarla, le hace quedar mal.
Ahora, con esta invasión, esto se vuelve más grave, porque ha caído en una clásica trampa nacionalista. Está forzado a utilizar cualquier método para ganar porque si no quedará deslegitimado ante su propia gente.
Y ¿qué consecuencias puede tener esto para el resto de los países?
El impacto a nivel internacional ya lo estamos comenzando a ver, con las respuestas de China de que Occidente está exagerando. Y es que China, como Rusia, es un país que también busca ese revisionismo y que está mirando atentamente cuál es la respuesta internacional, porque de ella dependerá también qué sucede si China se lanza sobre Taiwán.
China, como Rusia, ha declarado muy abiertamente su aspiración a gobernar Asia, sobre todo el sudeste asiático. ¿Por qué? Porque puede hacerlo. Y Putin lo ve igual. Cree que Occidente no le está dejando gozar los frutos del poder militar de Rusia.
¿En qué medida esto supone un fin del orden internacional que ha regido durante los últimos 70 años?
Si la comunidad internacional no logra detener esto, si no tomamos conciencia de todo lo que está en riesgo, el actual orden internacional va a caer.
Porque estas normas internacionales son como las reglas de una casa o entre amigos: solo existen y son válidas en la medida que la gente las practica. Y Rusia ya ha demostrado que no quiere hacerlo.
El orden internacional ya estaba muy débil después de los años de Trump y esto nos pone en una situación espantosa.
Pero hay que decir que Trump vino a dar el tiro de gracia a un orden que ya estaba marcado por muchas hipocresías y contradicciones.
El problema de este orden internacional es que no ha sido llevado con coherencia. Piensa, por ejemplo, la guerra de Irak y otros tantos eventos en los cuales potencias occidentales cambiaron los gobiernos de otros países a la fuerza: Afganistán, o tantos en América Latina.
El hecho de que Occidente haya creado excepciones para sí mismo del mismo orden, ya fue debilitando mucho este orden, durante la Guerra Fría y aún más en los años 90.
Muchísimos nacionalistas occidentales, desde Orban, Trump o Salvini, cada uno a su manera, llevan exigiendo las mismas excepciones y la destrucción total de las reglas internacionales.
Por eso, las viejas izquierdas, por ejemplo, miran ahora a Putin como el mesías que tiene el coraje de destruir esas reglas e ir a la guerra.
Es el caso de países latinoamericanos, como Cuba, Nicaragua o Venezuela. ¿Cómo se explica ese apoyo de gobiernos que se presentan como de izquierda a un nacionalista de derecha como Putin? ¿Es solo una cuestión económica o de hacer contrapeso político a EE.UU.?
Ha sido muy interesante cómo Putin ha logrado usar a la vieja izquierda occidental al punto que a veces da la impresión que no se han enterado que la Rusia de hoy no es la Unión Soviética y que aunque estos países se declaran comunistas, la Rusia de hoy no lo es.
Lo cual es particularmente trágico porque Putin no es un comunista. Me parece obsceno que logre jugársela a viejos comunistas.
En América Latina, lo que sucede es que Rusia ha sabido meterse en ese espacio político que estaba vacío y ha logrado repetir su eco en esos países, ya no solo con RT en español, sino con la propia Telesur, la cadena de televisión que apoya Venezuela y que reproduce los patrones de la maquinaria de propaganda rusa.
¿Cómo se puede entender que en pleno siglo XXI, un país lance una invasión a gran escala contra otro basado en mitos y reescrituras históricas del pasado? ¿Es esto acaso una nueva forma de imperialismo?
Putin es la expresión de una mentalidad imperialista de nuevo orden que busca destruir los cimientos del orden mundial actual. Es por así llamarlo, un ´imperialismo posimperialista´. Es un tipo de imperialismo sin dudas, pero va mucho más allá.
Lo que está promoviendo es una reversión total de la historia y de los los acuerdos y tratados que tanto costaron, desde un punto de vista histórico y humano.