CDMX a 30 de noviembre, 2024.- La despedida de Silvia Pinal, una de las figuras más emblemáticas del cine mexicano, se convirtió en un emotivo homenaje que reunió a miles de admiradores en el Palacio de Bellas Artes. La actriz, quien falleció el 28 de noviembre a los 94 años, dejó un legado imborrable en la cultura mexicana y su despedida fue un reflejo del cariño que el pueblo le tenía.
Uno de los momentos más conmovedores del homenaje fue la presencia de rehiletes blancos, que se convirtieron en un símbolo del tributo a Pinal. Sylvia Pasquel, su hija, y Efigenia Ramos, asistente personal de la actriz, llevaron estos coloridos juguetes como un gesto significativo. «Los rehiletes representan la alegría y la infancia que tanto le gustaban a mi madre», comentó Pasquel durante la conferencia de prensa previa al evento. Este detalle no solo evocó recuerdos de su niñez, sino que también simbolizó el amor y la conexión familiar que siempre caracterizó a Silvia Pinal.
La carroza que transportó los restos de Pinal recorrió las calles de la Ciudad de México, acompañada por una multitud que se congregó para darle el último adiós. Al llegar al Palacio de Bellas Artes, un mar de flores blancas adornaba el lugar, mientras mariachis llenaban el ambiente con melodías tradicionales. La imagen de Silvia Pinal sonriendo desde una gran fotografía en el centro del escenario evocó la grandeza y el carisma que la hicieron famosa.
Durante el homenaje, se hizo notar la presencia de Luis Miguel, quien llegó con una corona de flores blancas. Muchos esperaban que cumpliera el deseo de Pinal de cantar en su despedida. La conexión entre ellos es especial: Luis Miguel es el bisnieto de Silvia Pinal a través de su hija Michelle Salas. Esta relación familiar añade una capa emocional al homenaje, recordando no solo su legado artístico sino también los lazos familiares que perduran.