¿Quién no ha disfrutado de unos taquitos, una pizza o una hamburguesa en la noche? Aunque estas comidas son deliciosas, consumirlas antes de dormir puede tener consecuencias negativas para nuestro sueño. Según Rafael Santana Miranda, responsable médico de la Clínica de Trastornos del Sueño de la UNAM, las cenas copiosas y ricas en grasas, carbohidratos o azúcares no solo pueden provocar pesadillas, sino también reflujo, indigestión y alteraciones en el descanso.
El sueño es un proceso complejo y esencial para la salud, pero factores como la alimentación pueden perturbarlo. Santana Miranda explica que las cenas pesadas estimulan la producción de neurotransmisores que afectan las fases del sueño, especialmente la fase de movimientos oculares rápidos (MOR), asociada con los sueños. Esto puede aumentar la actividad onírica, haciendo que soñemos más y, en algunos casos, que esos sueños sean negativos o se conviertan en pesadillas.
Además, el experto señala que el síndrome del sueño insuficiente, común en la sociedad mexicana, agrava estos efectos. La falta de sueño de calidad altera el organismo, aumenta el apetito y lleva a consumir más carbohidratos y calorías de las necesarias. Esto, a su vez, puede generar un círculo vicioso: dormir mal lleva a comer mal, y comer mal afecta el sueño.
¿Cómo afectan las cenas pesadas al sueño?
- Reflujo e indigestión: Las comidas ricas en grasas y proteínas son difíciles de digerir, especialmente si se consumen justo antes de dormir. Esto puede causar reflujo gástrico y malestar estomacal, interrumpiendo el sueño.
- Aumento de la actividad onírica: Los alimentos pesados estimulan la fase MOR, lo que incrementa la cantidad y la intensidad de los sueños, incluyendo pesadillas.
- Esfuerzo respiratorio: En personas que roncan o tienen problemas respiratorios, las cenas copiosas pueden empeorar estos síntomas, dificultando aún más el descanso.
Recomendaciones para una cena saludable
Santana Miranda sugiere evitar las cenas pesadas al menos dos horas antes de dormir. Sin embargo, no todas las cenas son iguales:
- Alimentos ligeros: Frutas, verduras y productos lácteos son opciones más adecuadas para la noche, ya que se digieren más fácilmente.
- Proteínas y grasas con moderación: Aunque no son recomendables para todos, los jóvenes en proceso de aprendizaje pueden beneficiarse de una cena rica en proteínas, ya que ayudan a consolidar la memoria. En estos casos, se sugiere esperar al menos una hora y media antes de acostarse.
El impacto de las pesadillas recurrentes
Si las pesadillas son frecuentes y afectan la calidad de vida, es importante estudiarlas, ya que pueden estar asociadas a otros síntomas o trastornos del sueño. Santana Miranda enfatiza la importancia de mantener horarios establecidos para las comidas y priorizar una alimentación equilibrada para garantizar un descanso reparador.
En conclusión, aunque las «garnachitas» nocturnas sean tentadoras, es mejor optar por cenas ligeras y saludables para evitar pesadillas y asegurar un sueño de calidad. Después de todo, un buen descanso es fundamental para mantenernos saludables y productivos.