El contacto visual es una herramienta poderosa en la comunicación humana. A menudo, se dice que una mirada puede expresar más que mil palabras, y en muchos casos, la forma en que miramos al hablar o escuchar puede revelar más sobre nuestras emociones e intenciones que las propias palabras.
En situaciones como entrevistas de trabajo, reuniones o encuentros sociales, la mirada juega un papel crucial. Sin embargo, no todas las personas se sienten cómodas manteniendo contacto visual durante una conversación. Esta conducta puede estar relacionada con la inseguridad, la timidez o incluso con la ansiedad social, un trastorno que afecta a muchas personas y que se caracteriza por el miedo intenso a ser observado y juzgado por los demás.
¿Por qué evitamos el contacto visual?
La psicóloga Esther Blanco García explica que el evitar mirar a los ojos puede ser una señal de timidez o incomodidad. En algunos casos, puede ser un intento de evitar un contacto más profundo, mientras que en otros, simplemente puede ser el resultado de una sobrecarga cognitiva. Un estudio publicado en Cognition sugiere que el cerebro a veces no puede procesar las palabras correctas y centrarse en una cara al mismo tiempo, lo que nos lleva a desviar la mirada.
Por otro lado, se ha popularizado la creencia de que los mentirosos evitan el contacto visual, pero investigaciones indican lo contrario. Según el doctor Ronald E. Riggio, los mentirosos a menudo intentan compensar en exceso este estereotipo, manteniendo un contacto visual más prolongado de lo normal para parecer honestos.
Cómo mejorar el contacto visual en las conversaciones
Si te resulta difícil mantener la mirada durante una conversación, existen algunas estrategias que pueden ayudarte. Una técnica es introducir movimiento durante la conversación, como hacer algo mientras hablas, lo que facilita el cruce de miradas sin que sea constante. También puedes practicar el contacto visual de manera gradual, comenzando con breves miradas y aumentando su duración conforme te sientas más cómodo.
Además, es importante recordar que el contacto visual no siempre significa mirar fijamente a los ojos. Puedes centrarte en un punto cercano, como un triángulo imaginario entre los ojos y la boca de la otra persona, alternando tu atención entre esa zona y sus ojos.
En definitiva, la capacidad de mantener contacto visual durante una conversación no solo mejora la comunicación, sino que también puede aumentar la confianza y fortalecer las relaciones interpersonales. Con un poco de práctica y paciencia, es posible superar el miedo a mirar a los ojos y aprovechar al máximo este poderoso recurso de la comunicación no verbal.