Cuando Jorge Mario Bergoglio fue elegido Papa en marzo de 2013, sorprendió al mundo no solo por ser el primer pontífice latinoamericano y jesuita, sino también por su estilo sencillo y austero. Una de las decisiones más simbólicas de su papado fue rechazar los tradicionales zapatos rojos que sus predecesores habían usado durante siglos.
Los zapatos rojos tienen una larga historia en la Iglesia Católica. Desde la época bizantina, el color rojo simbolizaba poder y autoridad, reservado para emperadores y altos funcionarios. En la tradición católica, el rojo también representa la sangre de los mártires y la pasión de Cristo. Durante siglos, los papas usaron zapatos rojos como símbolo de su disposición a derramar su sangre por la fe.
Benedicto XVI, el predecesor de Francisco, revivió esta tradición, usando zapatos rojos confeccionados por el artesano italiano Adriano Stefanelli. Sin embargo, Francisco optó por mantener sus zapatos negros de siempre, hechos por su zapatero de confianza en Buenos Aires, como una señal de humildad y compromiso con los pobres.
Esta elección reflejaba su visión de una Iglesia más cercana a los marginados y menos enfocada en el poder y la opulencia. Durante su papado, Francisco promovió reformas significativas, abogando por la justicia social, la transparencia en las finanzas del Vaticano y una mayor inclusión dentro de la Iglesia.
El Papa Francisco falleció el 21 de abril de 2025 a los 88 años, dejando un legado de humildad y transformación en la Iglesia Católica. Su decisión de no usar los zapatos rojos se convirtió en un poderoso símbolo de su enfoque pastoral y su compromiso con una Iglesia más sencilla y compasiva.