Por Bruno Cortés
A ver, chilangos y chilangas, si vamos a hablar de cultura en la CDMX, no podemos dejar pasar la oportunidad de contarles la historia de Polymarchs y su importancia para el cierre de año en el Ángel de la Independencia. Esto es más que un concierto, es una celebración de nuestra historia musical y un viaje directo a los años ochentas y noventas. Vamos a desempolvar las mejores anécdotas y a entender por qué este evento es tan crucial para nuestra identidad cultural.
Primero, las anécdotas. Imagínense, en los ochentas, ahorrabas toda tu quincena para ir a una tocada de Polymarchs. No te importaba caminar de regreso a casa a las tantas de la madrugada, porque lo que viviste esa noche valía el esfuerzo. La gente hablaba de esas noches como si fueran leyendas urbanas, como cuando después de un toquín en el Toreo, se caminaba hasta Tlalnepantla o cuando en la Cuenca del Papaloapan, después de más de dos décadas, volvieron a llenar un espacio deportivo que parecía olvidado, pero con la misma energía de siempre. Y no es para menos, porque asistir a un concierto de Polymarchs era como entrar en un mundo paralelo donde la música disco y High Energy reinaba, donde cada ritmo te llevaba a un estado de felicidad pura.
Pero ¿por qué es tan importante que Polymarchs toque en la fiesta de fin de año de 2024 en el Ángel? Primero, porque es una tradición que se siente en el alma. Polymarchs no es solo música; es una parte viva de nuestra cultura. Cuando sus ritmos disco y High Energy retumben en Reforma, no solo vamos a bailar, vamos a conectar con nuestra historia, con generaciones pasadas y presentes, celebrando lo que nos hace únicos como mexicanos. Es como si los fantasmas de la noche de los ochentas y noventas regresaran para recordarnos de dónde venimos.
Culturalmente, esto es un mega evento. Es como si tuvieras a tu abuelita diciendo «en mis tiempos…». Pero en este caso, «en nuestros tiempos» fue una época de baile sin parar, de luces que iluminaban más que el sol de la CDMX, y de sonidos que hacían vibrar cada fibra de tu ser. Polymarchs nos recuerda de dónde venimos y hacia dónde podemos volver cada vez que necesitamos un poco de magia. Es un tributo a la era donde la fiesta y la música eran sinónimos de vida y libertad.
Y no hablemos de la unidad que esto genera. Ver a Polymarchs en el Ángel es como un abrazo colectivo a nuestra identidad. Es una manera de decir: «Sí, esto es parte de nosotros». Es un homenaje a la música que nos hizo mover, a la moda de esos años que ahora volvemos a ver en las calles, y a la cultura de la fiesta que es tan nuestra. Es un momento donde todos, sin importar clase o estatus, se unen bajo el mismo ritmo, celebrando juntos el fin de un año y el inicio de otro.
El impacto económico también se siente, porque este evento atrae a gente de todos lados. No solo es un espectáculo, es un impulso para el turismo, para los negocios locales, y una noche donde todos, desde el más chilo hasta el más fresa, se reúnen para celebrar la vida y el año que viene. Los hoteles se llenan, los restaurantes viven su mejor noche y hasta el comercio ambulante se beneficia con la venta de memorabilia de Polymarchs, luces y disfraces de neón.
Así que, ahí lo tienen, una crónica de cómo Polymarchs no solo va a poner a bailar a la Ciudad de México este fin de año, sino que también nos va a recordar quiénes somos, de dónde venimos y cómo la música puede unir y sanar. Vamos a cerrar el año con el faraónico Polymarchs, haciendo que el Ángel de la Independencia sea el escenario de la fiesta más grande del país, una despedida al año viejo y un saludo vibrante al nuevo amanecer.