En la década de 1960, una banda emergió de Liverpool para revolucionar el mundo de la música: The Beatles. Formados por John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr, estos jóvenes transformaron el rock británico y dejaron una huella imborrable en la historia musical.
La contribución de Paul McCartney a los Beatles fue fundamental. McCartney se unió a John Lennon en su grupo skiffle, The Quarrymen, el 6 de julio de 1957, marcando el inicio de una de las colaboraciones más prolíficas en la historia de la música. McCartney y Lennon rápidamente se establecieron como los principales compositores del grupo, escribiendo la mayoría de su material original. Esta asociación creativa desempeñó un papel crucial en el desarrollo musical de la banda, incluso en momentos de distanciamiento personal entre los dos.
McCartney no solo era un destacado compositor y vocalista, sino también un innovador bajista y multiinstrumentista. Aportó melodías extraordinarias y a menudo agregaba nuevos giros melódicos al final de las canciones, como en el icónico «Hey Jude». Su habilidad para el bajo, aunque a menudo subestimada, fue distintiva y melódica. McCartney también tocó la batería en algunas pistas de los Beatles y todos los instrumentos en algunos de sus álbumes en solitario.
Además de su talento musical, McCartney jugó un papel importante en el éxito comercial y artístico de los Beatles. Su trabajo con la banda en los años 60 elevó la música popular a una forma de arte creativa y altamente comercial, y continuó disfrutando de una carrera en solitario exitosa después de la disolución del grupo.