Por Bruno Cortés
En un movimiento audaz que ha sacudido las relaciones comerciales entre Canadá y Estados Unidos, el primer ministro de Ontario, Doug Ford, ha decidido cancelar un contrato de 100 millones de dólares con Starlink, la empresa de internet de Elon Musk, en respuesta directa a los aranceles del 25% impuestos por el presidente Donald Trump sobre los productos canadienses.
En una mañana helada en Toronto, con el viento del lago Ontario azotando las calles, el premier Ford anunció su decisión a través de la plataforma X, marcando un punto de inflexión en la disputa comercial. «Ontario no hará negocios con personas empeñadas en destruir nuestra economía», declaró Ford, con un tono que resonaba tanto con determinación como con desafío. Esta declaración no solo cancelaba el acuerdo con Starlink, sino que también señalaba el inicio de una prohibición a las empresas estadounidenses de participar en contratos provinciales.
La decisión de Ford no fue una sorpresa para quienes han seguido de cerca las tensiones comerciales entre ambos países. El contrato con Starlink, firmado con optimismo en noviembre, prometía llevar la alta velocidad de internet a las comunidades remotas de Ontario. Sin embargo, con los nuevos aranceles de Trump, lo que antes era una promesa de conectividad se ha convertido en un símbolo de resistencia económica.
El escenario en la oficina del premier era tenso. Los asesores de Ford, con mapas y gráficos esparcidos por la mesa, discutían las implicaciones de esta decisión. No solo se trataba de los 100 millones de dólares, sino también de los miles de millones que las empresas estadounidenses perderían en Ontario, una de las economías más grandes de Canadá. «Esto es un impuesto a los ciudadanos estadounidenses», argumentó Ford, con una sonrisa irónica mientras miraba hacia la ventana, donde el horizonte de Toronto se extendía bajo un cielo gris.
El anuncio ha causado revuelo en la comunidad empresarial. Las tiendas de la Junta de Control de Licores de Ontario, que venden anualmente casi mil millones de dólares en productos alcohólicos de Estados Unidos, ya están preparándose para retirar las marcas estadounidenses de sus estantes. Esta medida es un golpe directo al mercado estadounidense, y refleja una estrategia que otras provincias canadienses como Nueva Escocia y Columbia Británica están considerando seguir.
En la red social X, los comentarios no se hicieron esperar. Algunos aplaudieron la valentía de Ford, viendo en esta decisión un acto de soberanía y respuesta a la presión de Trump. Otros, sin embargo, expresaban preocupación por las repercusiones a largo plazo en una economía global cada vez más interconectada. «Es una jugada arriesgada», comentaba un usuario, mientras otro añadía, «pero necesaria para mostrar que no nos dejamos intimidar».
La relación entre Elon Musk y Donald Trump también ha sido objeto de especulación. Musk, un conocido aliado de Trump, ha visto cómo su empresa se convierte en el epicentro de una disputa que va más allá de los negocios. La pregunta que muchos se hacen es si este conflicto podría afectar otros proyectos de Musk en Canadá o si, por el contrario, podría abrir la puerta a negociaciones más intensas.
Mientras tanto, en las comunidades rurales y del norte de Ontario, la noticia de la cancelación del contrato con Starlink ha sido recibida con una mezcla de decepción y esperanza. La decepción por la pérdida de una oportunidad para mejorar su conectividad, y la esperanza de que esta confrontación pueda llevar a una resolución más justa en el ámbito comercial internacional.