Por Juan Pablo Ojeda
La noche del lunes, bajo el cielo estrellado de México, se llevó a cabo una ceremonia que marcó un nuevo capítulo en la historia de las Fuerzas Armadas del país. En la plaza de maniobras del Heroico Colegio Militar, el general Ricardo Trevilla Trejo asumió como nuevo secretario de la Defensa Nacional (Sedena) y el almirante Raymundo Pedro Morales tomó las riendas de la Secretaría de Marina (Semar). Estos cambios no son meras formalidades; representan una reestructuración profunda en la estrategia de seguridad nacional, donde la consolidación de la Guardia Nacional y el papel creciente de los militares en la vida civil se destacan como los temas más relevantes.
La transición de mando fue acompañada de una emotiva entrega del cargo, donde el general Luis Cresencio Sandoval, exsecretario de la Defensa, subrayó que su gestión había estado «plenamente apegada al marco legal». En un país donde la confianza en las instituciones es frágil, estas palabras resonaron con fuerza. La Sedena, a lo largo de su historia, ha estado en el centro de controversias, especialmente en su involucramiento en labores de seguridad pública, lo que ha llevado a un debate sobre el papel de los militares en la sociedad civil.
Trevilla Trejo, en su primer mensaje como titular de la Sedena, no eludió los retos que se avecinan. La reciente reforma que integra la Guardia Nacional dentro de las Fuerzas Armadas ha suscitado críticas y elogios por igual. «El reto es consolidar a la Guardia Nacional como un cuerpo efectivo y respetado», declaró, mientras anunciaba planes para aumentar las percepciones de los soldados y de la Guardia Nacional, con especial énfasis en los oficiales subalternos y la tropa. Esta medida podría ser vista como una estrategia para elevar la moral de las fuerzas, que han enfrentado exigencias cada vez más arduas en el contexto de la lucha contra el crimen organizado.
El almirante Raymundo Pedro Morales, en su asunción, también resaltó el prestigio de la Semar, una institución con más de 200 años de historia. Morales se comprometió a responder a la confianza depositada en él por la presidenta Claudia Sheinbaum y a trabajar en colaboración con otras instituciones para garantizar la seguridad del país. «Asumo este encargo con un profundo respeto hacia mis predecesores y un firme compromiso con nuestras fuerzas y con el pueblo mexicano», afirmó.
Ambos nuevos titulares subrayaron la importancia de la rendición de cuentas y la transparencia. Trevilla Trejo fue claro al asegurar que “no habrá impunidad para quien se aleje de estos preceptos”. Este llamado es crucial en un momento en que las Fuerzas Armadas enfrentan una creciente presión para demostrar su eficacia en la lucha contra la delincuencia y, al mismo tiempo, respetar los derechos humanos.
Los datos son reveladores: según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la violencia en México ha alcanzado niveles alarmantes, con más de 30,000 homicidios registrados en 2022. En este contexto, la relevancia de las decisiones que tomarán los nuevos líderes de Sedena y Semar se vuelve aún más crítica. La estrategia que implementen no solo afectará la seguridad interna, sino que también influirá en la percepción del gobierno y su capacidad para abordar una crisis que ha devastado comunidades enteras.
La importancia de la nueva administración no se limita solo a la gestión de la seguridad. La Sedena y la Semar han asumido roles cada vez más prominentes en la construcción de infraestructura, desde proyectos carreteros hasta el desarrollo de obras públicas. Este enfoque ha generado un debate sobre la militarización de funciones tradicionalmente civiles y sobre cómo equilibrar esta participación con las exigencias de transparencia y rendición de cuentas.
Con la llegada de Trevilla Trejo y Morales, el país se encuentra en una encrucijada. El papel de las Fuerzas Armadas en la vida civil se ha vuelto más complejo y controvertido. Mientras algunos ven en la militarización una solución necesaria ante la crisis de seguridad, otros advierten sobre los peligros de erosionar la democracia y el estado de derecho.
A medida que avanza este nuevo capítulo en la defensa nacional, la pregunta que persiste es: ¿lograrán los nuevos líderes encontrar el equilibrio adecuado entre la seguridad y el respeto a los derechos civiles? Las acciones que tomen en los próximos meses podrían definir no solo su legado, sino también el rumbo del país en una época de retos sin precedentes.