CDMX a 21 de noviembre, 2023.- La «Nigromancia Digital» ha llegado para alterar la forma en que nos relacionamos con los muertos, gracias a los avances en la inteligencia artificial (IA) generativa. Esta tendencia, que utiliza la IA para «resucitar» a personas fallecidas a partir de sus huellas digitales, está en aumento y plantea preguntas sobre la ética y la cultura tecnológica.
Los debates sobre la nigromancia digital comenzaron en la década de 2010 con la proyección de videos de «deep fake» que resucitaron digitalmente a figuras famosas como Bruce Lee, Michael Jackson y Tupac Shakur. Incluso, actores como Carrie Fisher y Peter Cushing regresaron a la pantalla después de su fallecimiento.
Inicialmente, esto era exclusivo de empresas con recursos abundantes en la industria del cine y la música. Sin embargo, la IA generativa ha democratizado estas tecnologías, permitiendo que empresas emergentes como Here After y Replika ofrezcan servicios para «revivir» a seres queridos a través de la inteligencia artificial.
La idea de interactuar con simulaciones digitales de los muertos ha generado preocupación en algunos, quienes la ven como una línea cultural y ética que no debería cruzarse. La «magia oscura» de la nigromancia digital impulsada por la IA es recibida con cautela por muchos.
Pero, ¿es esta realmente una nueva forma de arte oscuro o simplemente una extensión de la vida cotidiana? A lo largo de la historia, las personas han buscado mantener vínculos con los difuntos a través de diversos medios, como retratos, fotografías y reliquias. Actualmente, fotos y videos de seres queridos fallecidos son una fuente de consuelo y recuerdo común.
En el contexto de la inteligencia artificial generativa, no estamos presenciando un cambio radical en nuestras prácticas culturales de duelo y recuerdo, sino una evolución que refleja la accesibilidad y disponibilidad de nuevas tecnologías.
Sin embargo, existen preocupaciones legítimas sobre el uso de la inteligencia artificial en este ámbito. Algunos temen que los difuntos resucitados puedan ser forzados a decir cosas que no dirían en vida, lo que plantea interrogantes sobre la integridad de los muertos.
Es esencial abordar estos asuntos caso por caso y recordar que las conversaciones y reflexiones sobre los difuntos siempre han sido parte de la experiencia humana. La tecnología simplemente amplía las posibilidades de mantener esos lazos emocionales.
En última instancia, las preocupaciones sobre la nigromancia digital pueden estar exageradas. En lugar de enfocarse en sus aspectos extraños y siniestros, debemos considerar cómo estas nuevas tecnologías se integran en nuestras vidas y resuenan con nuestras prácticas culturales y emocionales existentes. La inteligencia artificial, en este contexto, es una extensión de nuestra relación con el pasado y una herramienta para mantener vínculos emocionales con quienes hemos perdido.