Por Juan Pablo Ojeda
El Gobierno de Nicaragua ha decidido romper relaciones diplomáticas con Israel, una medida que se da en el contexto de la solidaridad con el pueblo palestino y en conmemoración del primer aniversario de lo que el Ejecutivo nicaragüense califica como un «brutal genocidio» perpetrado por el gobierno israelí. En un comunicado oficial emitido este viernes, el presidente Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, expresaron su firme postura en defensa de Palestina, afirmando que la decisión se basa en un «estricto apego al derecho internacional».
El comunicado subraya la intención del Gobierno nicaragüense de solidarizarse con «los pueblos que sufren el martirio, la destrucción y la barbarie». Asimismo, el Ejecutivo hizo referencia a una resolución unánime aprobada por la Asamblea Nacional de Nicaragua, que condena las acciones de Israel y lo declara un «enemigo de la humanidad». Esta resolución fue el resultado de una sesión especial celebrada en Managua, a la que asistió el canciller nicaragüense, Valdrack Jaentschke.
La postura de Nicaragua no es nueva; hace un año, Ortega ya había manifestado su apoyo a la causa palestina y condenó el agravamiento del conflicto en la región. En su reciente comunicado, el gobierno sandinista reafirmó su condena al «genocidio, la ocupación y la agresión permanente» contra el pueblo palestino. Además, advirtió sobre las repercusiones de las acciones israelíes en otros países de la región, como Líbano, Siria, Yemen e Irán, sugiriendo que esta violencia pone en peligro la paz y seguridad global.
A pesar de las críticas hacia el gobierno israelí, el comunicado también incluye un mensaje de solidaridad hacia las familias del pueblo israelí, quienes, según el gobierno de Nicaragua, «merecen nuestro cariño, respaldo y solidaridad» en tiempos difíciles debido a la «brutalidad y odio» del gobierno israelí.
Este movimiento diplomático de Nicaragua se suma a una serie de acciones y declaraciones por parte de otros países y organizaciones en apoyo a Palestina, reflejando una creciente polarización en el debate internacional sobre el conflicto en la región.