El paso de la primaria a la secundaria es un momento clave en la vida de los estudiantes, y aunque siempre se ha asociado con nerviosismo y ansiedad por la adaptación a nuevos entornos, hoy en día, el fenómeno se ve intensificado por el uso temprano de la tecnología, especialmente el primer smartphone. María Sol Travaglio, psicóloga clínica y directora escolar, señala que la llegada del celular a las manos de los adolescentes está modificando la manera en que enfrentan este período de transición, afectando su concentración y aumentando su ansiedad.
En muchos casos, los niños de 11 y 12 años reciben su primer celular como regalo de Navidad, un objeto que trae consigo no solo nuevas responsabilidades, sino también conflictos, tanto en el plano social como emocional. Las redes sociales, aunque una herramienta moderna de comunicación, se convierten en un campo de batalla para los jóvenes, quienes enfrentan conflictos como la exclusión de grupos o la presión de estar siempre conectados.
Ante esta situación, surge una campaña global que promueve retrasar la entrega del primer celular inteligente hasta los 13 años. El objetivo es proteger a los niños de los efectos negativos del uso temprano de estos dispositivos y de la exposición a las redes sociales, que pueden generar adicción y afectar su bienestar emocional.
Un enfoque preventivo que busca educar
El movimiento comenzó en Argentina y rápidamente se extendió a países de todo el mundo, incluyendo México, España, Suecia y Sudáfrica. Los colegios, como el Michael Ham de Nordelta y el Santos Padres de Bella Vista, ya se han sumado a la iniciativa, promoviendo la firma de acuerdos entre padres para evitar que los niños reciban un celular inteligente en Navidad. Además de no regalar el dispositivo, los padres se comprometen a fomentar actividades recreativas que no dependan de la tecnología.
Los riesgos del uso prematuro de smartphones
Especialistas en el área de psicología infanto-juvenil coinciden en que el cerebro de los niños sigue en desarrollo hasta los 25 años, y la corteza frontal, responsable de la autorregulación, es una de las últimas en madurar. Esto hace que sea difícil para los adolescentes manejar la tentación de las redes sociales y las aplicaciones diseñadas para ser adictivas. Clara Paritsis, psicóloga infanto-parental, explica que es fundamental retrasar la entrega de smartphones y capacitar tanto a padres como hijos sobre los riesgos de las pantallas y las redes.
El profesor Alejandro Artopoulos, especialista en Tecnología y Cambio Educativo, también resalta la importancia de que los padres adquieran conocimientos sobre los peligros de las redes sociales antes de darles acceso a sus hijos. La educación en ciudadanía digital, que ahora forma parte de los programas educativos en algunas escuelas, prepara a los jóvenes para navegar de manera responsable y segura en el entorno digital.
La importancia de la alianza escuela-familia
En este contexto, la alianza entre padres y escuelas es crucial. El director académico del Michael Ham, Sergio Grimozzi, destaca cómo la colaboración entre la institución y las familias permite implementar políticas que favorecen el desarrollo saludable de los estudiantes. En este caso, la campaña navideña no solo busca retrasar la entrega de los smartphones, sino también abrir un espacio de reflexión sobre los regalos navideños, sugiriendo alternativas que fomenten la creatividad, el juego y la interacción social.
Un celular no es un juguete
Tanto desde la organización Manos Libres como desde la empresa Navitools, que ofrece herramientas de gestión de dispositivos, se recalca que un celular inteligente no debe verse como un simple juguete, sino como una herramienta poderosa que implica un acceso a entornos digitales y a una serie de responsabilidades. Los especialistas sugieren que la entrega del primer celular debe ser un proceso gradual, en el que se involucren tanto padres como hijos en la definición de las reglas y el propósito del dispositivo.
La campaña que propone retrasar la llegada del primer smartphone busca abrir una conversación sobre cómo los padres pueden gestionar de manera responsable el uso de la tecnología por parte de sus hijos. Este enfoque consciente no solo favorece el bienestar emocional y académico de los niños, sino que también promueve una crianza más informada y equilibrada frente a los retos de la era digital.