Guatemala a 6 de abril del 2022.- Desde el pasado 14 de marzo y hasta el 3 de abril expertos arqueológicos trabajan en el diseño de un modelo fotogramétrico de esta ciudad, considerada un lugar sagrado por los pobladores.
Hace cientos de años, en medio del lago Atitlán se asentó una compleja ciudad maya que levantó templos, plazas, casas y estelas hasta que, súbitamente, las mismas aguas que le daban sustento comenzaron a hundirla. Así surgió un sitio arqueológico sumergido que es explorado por expertos internacionales de la Misión del Consejo Consultivo Científico y Técnico (STAB, por sus siglas en inglés), de la Convención UNESCO 2001 sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático.
Iniciada el 14 de marzo y terminada este 3 de abril, la temporada dirigida por la responsable de la Oficina Península de Yucatán de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH, Helena Barba Meinecke, buscó visibilizar el sitio mediante tecnologías virtuales y no invasivas, para promover su conservación y el respeto al carácter sagrado que tiene para las comunidades indígenas de la región.
Para lograr esta democratización del patrimonio se realizaron buceos para georreferenciar el contexto arqueológico, precisando datos recabados en años previos por arqueólogos de Guatemala, así como para crear modelos en fotogrametría y elaborar paseos virtuales que lo acerquen a la comunidad y a visitantes externos.
“La misión permitió sentar las bases para recomendar la creación de un centro cultural donde la gente conozca y recorra el sitio a través de reconstrucciones digitales”, apuntó la también integrante de la STAB y representante de México ante la Convención UNESCO 2001.
En paralelo al componente tecnológico, la realización del proyecto estuvo acompañada de esfuerzos antropológicos, en los que se sumó a miembros de la comunidad de Santiago Atitlán en el día a día de la misión.
Los arqueólogos subacuáticos y especialistas de México, Bélgica, Francia, España, Argentina y del Ministerio de Cultura de Guatemala se reunieron periódicamente con el líder Nicolás Zapalú Toj, quien tiene el título de ‘Señor Cabecera’, y con miembros de la comunidad de Santiago Atitlán.
Producto de ese diálogo, se obtuvo el permiso de las autoridades ancestrales para realizar los estudios y para llevar a cabo ceremonias de pedimento a los ancestros que habitan el lago y la ciudad sumergida.
“El representante del Secretariado de la Convención UNESCO 2001, la UNESCO Guatemala, el Ministerio de Cultura de este país, el STAB y los especialistas invitados nos comprometimos a generar la información necesaria para lograr la puesta en valor del sitio sumergido, respetando los acuerdos con la comunidad de no recuperar ninguna pieza arqueológica, dado el carácter sagrado del lago y de los vestigios”.
A partir de los trabajos arqueológicos previos, realizados por el Gobierno de Guatemala, en los cuales se recuperaron diversos objetos cerámicos y líticos del lago Atitlán, se sabe que el sitio arqueológico data del periodo Preclásico Tardío maya (400 a.C.–250 d.C.) y que está sumergido a una profundidad de entre 12 y 20 metros.
Las exploraciones de este año permitieron relocalizar y georreferenciar edificaciones, estelas y estructuras, generando con ello un nuevo mapa planimétrico y el sensoramiento remoto de gran parte de lago.
“Con esta planimetría podemos hablar de un sitio que mide, al menos, 200 por 300 metros”, indicó Helena Barba Meinecke al destacar el énfasis dado a la transferencia de información y la capacitación hacia los arqueólogos subacuáticos guatemaltecos, a quienes corresponderá retomar las exploraciones e investigaciones en el lago.
En conjunto con dicha exploración, el equipo recolectó muestras de limos del lago con la finalidad de entender la dinámica del sitio y estudiar el proceso de su hundimiento a lo largo del tiempo.
La hipótesis sobre el colapso de la isla es que, dado que el lago Atitlán es el cráter de un volcán que se levanta a más de 1,500 metros sobre el nivel del mar, pudo ser un evento natural vinculado con la actividad volcánica la que causó que la isla colapsara desde su parte inferior, aumentando al mismo tiempo el nivel del agua y orillando a los habitantes a huir.
Cabe apuntar que actualmente el sitio arqueológico es conservado gracias a la vigilancia de los habitantes de Santiago Atitlán y de los pueblos cercanos al lago, además, el buceo irregular en él está prohibido por el Gobierno de Guatemala.
Los participantes en la misión fueron: Ulrike Guérin, del Secretariado de la Convención UNESCO 2001; María Fernanda Castellanos, por parte de UNESCO Guatemala; Helena Barba Meinecke (cabeza de la Misión, México) y Dolores Elkin (Argentina), miembros de la STAB; y los investigadores Christophe Delaere, Felipe Cerezo y Teddy Seguin, provenientes de Bélgica, España y Francia, respectivamente.
Por parte del Ministerio de Cultura de Guatemala, participaron los arqueólogos Leonel Ziesse, José Luis Ranchos, Miguel Medina, María Mercedes Acevedo y Juan Skinner.
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