Por Bruno Cortés
En un día histórico para México, la Cámara de Diputados aprobó con 382 votos a favor una reforma constitucional que protege al maíz nativo, consolidando un paso crucial hacia la defensa de la identidad cultural y la seguridad alimentaria del país. La iniciativa, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum y respaldada por el coordinador de Morena, Ricardo Monreal, modifica los artículos 4 y 27 de la Constitución para blindar este cultivo milenario frente a los desafíos de la agroindustria moderna, marcando un hito en la soberanía nacional.
El maíz, eje de la vida mexicana desde tiempos prehispánicos, trasciende su valor como alimento para convertirse en un símbolo de resistencia y arraigo. Esta reforma reconoce su relevancia histórica y ecológica, protegiendo más de 60 variedades nativas que posicionan a México como el corazón genético de este grano. La decisión legislativa responde a una demanda añeja de comunidades indígenas, científicos y ciudadanos que han alertado sobre los riesgos de la contaminación transgénica, fortaleciendo así un legado que va más allá de lo agrícola.
Uno de los pilares de esta reforma es su apuesta por la autosuficiencia alimentaria. En un contexto donde las importaciones de maíz transgénico, principalmente desde Estados Unidos, han crecido ante una producción nacional en declive, esta medida prioriza a los productores locales y reduce la dependencia externa. Según datos oficiales, México enfrenta su menor cosecha de maíz en más de diez años, lo que hace de esta legislación un acto de urgencia y visión estratégica para garantizar el abasto interno con cultivos propios.
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La biodiversidad también sale ganadora con esta iniciativa. Al prohibir la siembra de maíz transgénico, se salvaguarda la pureza genética de las variedades nativas, un tesoro que ha evolucionado durante milenios en tierras mexicanas. Esta acción no solo protege el medio ambiente, sino que envía un mensaje global sobre la importancia de anteponer la salud de los ecosistemas a los intereses comerciales de las grandes corporaciones, un tema que ha generado tensiones en el marco del T-MEC.
Desde la esfera cultural, la reforma resuena como un homenaje a las tradiciones que el maíz ha inspirado. Presente en la gastronomía, el arte y los rituales, este grano es un puente entre el pasado y el futuro de México. Figuras como Diego Rivera lo inmortalizaron en sus murales, mientras que artesanos lo transforman en piezas que narran la vida cotidiana. Preservarlo es asegurar que estas expresiones sigan vivas, alimentando el orgullo nacional.
El éxito de esta reforma es también un ejemplo de coordinación política. Presentada el 23 de enero y aprobada con celeridad, refleja la alianza entre el Ejecutivo y el Legislativo, liderada por Sheinbaum y Monreal. Este esfuerzo conjunto desafía presiones internacionales, como el reciente fallo del T-MEC que favorece las importaciones transgénicas, y demuestra que México tiene la capacidad de defender sus prioridades soberanas con determinación y unidad.
Finalmente, esta legislación abre la puerta a un futuro más sostenible. Al impulsar la investigación y el rescate de técnicas tradicionales, se sientan las bases para una agricultura que respete la naturaleza y empodere a las comunidades rurales. México no solo protege su maíz, sino que se posiciona como referente mundial en la lucha por la justicia alimentaria, demostrando que la cultura y la ciencia pueden converger para construir un legado duradero. Como señaló Monreal en X, “el maíz es nuestra identidad, historia y patrimonio”. Hoy, ese patrimonio está más seguro que nunca.