La obesidad y el sobrepeso se han convertido en una de las mayores crisis de salud pública del siglo XXI, según un reciente estudio publicado en la revista The Lancet. La investigación, que analizó datos de 204 países, reveló que más de la mitad de los adultos con sobrepeso u obesidad en el mundo se concentran en solo ocho naciones: China, India, Estados Unidos, Brasil, Rusia, México, Indonesia y Egipto. Además, el informe proyecta un futuro alarmante: para 2050, el 60% de la población adulta global y un tercio de los niños podrían verse afectados por estas condiciones si no se implementan políticas efectivas.
El estudio, realizado por el Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME), señala que el número de personas con sobrepeso u obesidad aumentó de 929 millones en 1990 a 2,600 millones en 2021. De continuar esta tendencia, se estima que 3,800 millones de adultos, es decir, el 60% de la población mundial, sufrirán estos problemas en los próximos 15 años. Además, se prevé un aumento del 121% en la obesidad infantil y adolescente, con un tercio de los casos concentrados en África del Norte, Oriente Medio, América Latina y el Caribe.
Un problema global con raíces profundas
Emmanuela Gakidou, autora principal del estudio, describió la situación como «una tragedia profunda y un monumental fracaso social». La investigación atribuye esta epidemia a la falta de acceso a dietas saludables, la disminución de la actividad física y entornos que promueven el consumo de alimentos ultraprocesados. Jessica Kerr, coautora del estudio e investigadora del Instituto de Investigación Infantil Murdoch en Australia, subrayó la necesidad de un compromiso político más firme para transformar los sistemas alimentarios globales y promover estrategias integrales que mejoren la nutrición y los estilos de vida.
Los países más afectados actualmente son China, con 402 millones de adultos con sobrepeso u obesidad, seguida por India (180 millones), Estados Unidos (172 millones), Brasil (88 millones), Rusia (71 millones), México (58 millones), Indonesia (52 millones) y Egipto (41 millones). Estos datos reflejan la magnitud del desafío, especialmente en naciones de ingresos bajos y medianos, donde la prevención debe ser una prioridad.
El papel de los gobiernos y la industria alimentaria
El estudio también destaca la importancia de políticas públicas que aborden las causas profundas de la obesidad. En Estados Unidos, por ejemplo, el gobierno ha anunciado planes para revisar las recomendaciones nutricionales en las escuelas y evaluar las prácticas de la industria alimentaria. Robert F. Kennedy, secretario de Sanidad, liderará una comisión enfocada en investigar y enfrentar las causas de las enfermedades crónicas, con especial atención a la obesidad infantil.
Sin embargo, los expertos advierten que no es suficiente con medidas aisladas. Kerr enfatizó que se necesitan acciones coordinadas a nivel global para promover dietas sostenibles, aumentar la actividad física y crear entornos que fomenten estilos de vida saludables. «La prevención de la obesidad debe estar al frente de las políticas en los países de ingresos bajos y medianos», afirmó.
Un llamado a la acción
El informe no solo describe un panorama sombrío, sino que también ofrece una oportunidad para cambiar el rumbo. Los investigadores insisten en que aún es posible evitar las peores consecuencias de esta epidemia si se toman medidas urgentes y coordinadas. La obesidad no es solo un problema individual; es un desafío colectivo que requiere la participación de gobiernos, industrias y comunidades para construir un futuro más saludable.