Por Bruno Cortés
En un retroceso alarmante, México se ha hundido a nuevos mínimos en la evaluación de la Prueba PISA 2022, situándose en los últimos lugares entre los 37 países miembros de la OCDE evaluados. Con un promedio significativamente inferior al estándar de la OCDE, los resultados de México en matemáticas, ciencia y lectura reflejan una crisis educativa profunda y multifacética.
Erick Juárez Pineda, un respetado analista en temas educativos, destaca varios factores que contribuyen a esta lamentable situación. Entre ellos, la falta de continuidad en las políticas educativas a lo largo de diferentes administraciones, sumado a una intensa politización de los proyectos educativos, ha llevado a una falta de consistencia y eficacia en las reformas educativas.
Además, Pineda subraya la necesidad de abordar las desiguales condiciones en las que se ejerce el derecho a la educación. Desde alumnos lidiando con necesidades básicas insatisfechas hasta escuelas con infraestructura deficiente, el entorno educativo en México está plagado de desafíos. La prometida revalorización del magisterio, que incluye no solo mejoras salariales sino también acciones de formación y profesionalización docente, aún está pendiente.
Los resultados de PISA 2022 son una llamada de atención. México no solo experimentó su peor declive desde su primera participación en el año 2000, sino que también se encuentra en una situación educativa comparable a la de hace casi dos décadas, especialmente en matemáticas. La prueba PISA, aunque criticada por su enfoque estandarizado, ofrece una perspectiva crucial sobre la posición educativa de México a nivel global.
Este escenario requiere una reflexión seria y acciones concretas. Sin un cambio significativo y sostenido en la política y la práctica educativa, México continuará enfrentando consecuencias a largo plazo en su desarrollo socioeconómico y en el bienestar de sus futuras generaciones.